José Barea. Entramos en uno de los días principales de la Semana Santa de cualquier lugar: el Jueves Santo. No es distinto en Córdoba, cuando Hermandades con una dilatada historia procesionan por las bellas calles califales. Si uno quiere comprender la esencia de la Semana Santa cordobesa, quizá esta sea la jornada ideal para hacerlo.
El caminar. Tuve la oportunidad de presenciarlo en el Vía-Crucis Magno. Pero no podría abandonar Córdoba sin reencontrarme con el Caído y su personalísimo estilo artístico. Un caminar elegante, sobrio, sin estridencias y que permite centrar la atención en la bella talla de su sagrado titular.
La música. Digno de presenciar ha de ser el trascurrir del Cristo de Gracia con su agrupación musical detrás. Una formación que trabaja bien y todo ello se refleja luego en la calle, definiendo un estilo personal que ya es reconocible incluso fuera de las fronteras de la capital. Quizá otrora también hubiera mencionado el repertorio bien medido de Tubamirum tras el paso de las Angustias, pero ya conocen la historia...
El detalle. Más allá de acompañamientos musicales, que entran dentro del terreno de la opinión y, al fin y al cabo, son un aspecto secundario, no podría dejar de acercarme a una de las obras cumbres de la imaginería andaluza, las Angustias de Juan de Mesa. Cualquier rinconcito sería bueno para deleitarme con su majestuosidad y belleza artística.
De obra cumbre a obra cumbre, de imaginero prestigioso a otro que no lo es menos, y de Angustias a Angustias... Y es que si usted no conoce el conjunto escultórico del Cristo de las Almas y Nuestra Señora de las Angustias de La Línea le recomiendo encarecidamente buscarlo en Internet. El valor artístico de la talla se antoja incalculable, tanto es así que en Sevilla suspiraron en su momento por poseer la obra que tallara un tal Luis Ortega Brú. Complicada empresa sería abandonar mi tierra en un día tan importante, en el que procesionan otras dos Cofradías además de Angustias: Perdón y Gran Poder. La primera ya sabrán que no realiza estación de penitencia este año por problemas internos, pero es la Hermandad de mi niñez y no concibo un Jueves Santo sin el Perdón y la Salud. Este año será complicado en ese sentido. El Gran Poder es una de las Cofradías con las que más he disfrutado desde siempre en la calle. Andar majestuoso y reposado al son de la agrupación musical de turno -siempre de gran nivel-, que hace las delicias de cualquier cofrade que se postre ante una de las grandes devociones linenses.