El tiempo nos dio una tregua y el esplendor y la devoción inundaron la ciudad. Fue un martes incompleto donde la ciudad y las hermandades que hicieron penitencia, a buen seguro rezaron por las víctimas de la barbarie, pidieron por los heridos del terror y desearon el fin de una sin razón envuelta en fanatismo.
Ya entrada la tarde estoy seguro de que en esa agónica y esperada muerte, el Señor del Naranjo camino solemne al reencuentro con su madre, el Prendimiento, la Sangre, la Santa Faz y el Buen Suceso cumplieron con la función encomendad, evangelizar a un pueblo que necesita rezar, que necesita y quiere demostrar sentimientos lejos de la barbarie y el terror. La Universitaria en su parroquia haría lo mismo, no cabe duda.
Volvimos a ver a las verdaderas penitentes mochila en mano y con zapato cómodo, esas que no visten túnica, esas que van de un sitio a otro buscando, ayudando, auxiliando a sus familias, ayer volvimos a ver a nuestras mujeres, novias, hermanas que de manera incansable siempre están junto a los suyos.
Ayer Miércoles Santo el tiempo nos dio otra tregua y volvió el esplendor y la devoción a las calles, desde lejos la Piedad caminó decidida rumbo a la catedral, la Paz desde Capuchinos iluminó a una ciudad que la espera, a una ciudad que la quiere y que le reza, Pasión le puso los toques castizos y añejos, El Perdón la ilusión y la juventud, Misericordia desde San Pedro y Calvario en San Lorenzo sembró de rezos la ciudad. Ayer volvimos a ver escenas que siempre quedarán en nuestro recuerdo, volvimos a ser penitentes, volvimos a ser parte viva de una fe que infunde Perdón y Piedad, quiere Misericordia, que precisa Humildad y Paciencia, que esta falta de Esperanza, que huye del Dolor y del Calvario del día a día, pero que fundamentalmente añora y desea la Paz.
Manuel Orozco
Foto Jesús Caparrós