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jueves, 28 de abril de 2016

El cáliz de Claudio: Una entrevista especial


Por unas horas todo volvió a ser como antes o, quizá, solo el sedimento residual de la melancolía, de esa juventud que supe perdida antes de que se fuera, quisieron que así lo entendería. En el taller de Miguel Ángel todo estaba intacto, casi como la última vez -bastante tiempo atrás- que estuve en ese lugar donde, la primera vez, imagine un Barroco imposible de los siglos afincado junto a la Plaza Grande (ahora, todos convienen en llamarla Corredera, pero a los oídos del niño que fui era el foro romano, no una plaza castellana y se llamaba por su nombre, aunque fuese una obviedad).

Aquellas dos horas volví a retomar el pulso del inicio, de lo que me trajo hasta aquí, de lo que tantos desconocen, de los amores de siempre, de los lugares cercanos que fueron mi hogar. Y, para detener el pulso acelerado de quien llega con la hora justa, dos amigos esperaban que les preguntase por aquella Virgen que quiso unir nuestros caminos. Y, como imaginarán, sostener un vínculo tanto tiempo es difícil y, ahora, lo valoro todo mucho más que antes.

Miguel Ángel González y Rafael de Rueda comenzaron a hablar sobre la Virgen de la Caridad en la entrevista que concedían para El Relicario Cofrade. En unos días podrán disfrutarla, aunque he de confesarles -disculpen el arrebato vanidoso-, que no más que un servidor pudo hacerlo, si bien la charla de ambos artistas, esa conversación entre amigos, bien vale que les dediquen algunos minutos de su tiempo.

Como casi siempre, Ella estaba de por medio. Tal vez, el modus vivendi del cofrade sea el mismo que se desenvuelve entre los recuerdos y el presente. El futuro es un anhelo, a veces, prohibido y, otras, es mejor dejarlo estar para que se desenvuelva con naturalidad, como la que impregna esa entrevista que podrán leer y ver el próximo mes de mayo.

Blas J. Muñoz



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