El fenómeno de la globalización, en abril de 2016, no puede ser un asunto
que nos pille de nuevas. Puede gustarnos o disgustarnos, pero desde luego es un
hecho innegable a todas luces. El mundo de las Cofradías no es ni mucho menos
ajeno a la globalización. Salta a la vista cómo Internet y las redes sociales
han dado una vuelta de tuerca más al orbe cofrade, hay un mejor
conocimiento de cómo se hacen las cosas en otros lugares y el intercambio de
ideas, estilos y líneas de pensamiento es continuo.
En cuanto a ese otro submundo de la Semana Santa que es el de la música
procesional, desde luego la globalización se hace patente de forma muy
explícita. Gracias a Internet es relativamente fácil buscar formaciones
musicales que se ajusten a las necesidades y peticiones de cada Hermandad y
ponerse en contacto con ellas. Pero no sólo eso, la inmensa cantidad de bandas
de todo el territorio nacional puede aprender de la forma de hacer las cosas de
aquellas con mayor calidad musical, bebiendo así de diversas fuentes para
forjar el propio camino sobre pasos seguros.
Desde este blog se ha defendido, y en ocasiones con razón –a la vista
está el caso de la Banda de la Salud- que las bandas de la ciudad tengan más protagonismo
en la Semana Santa cordobesa en detrimento de las foráneas. Por supuesto
respetando todas las opiniones, y dejando claro que en Córdoba hay magníficas
bandas, para mí no conviene tener esa implícita intención de cerrar
figuradamente las puertas de la ciudad a las formaciones musicales que
provengan del exterior. El intercambio de bandas de un lugar a otro puede dar a
conjunciones tan brillantes como pueden ser las Penas de San Andrés con la
Pasión de Linares o en su época la Humildad y Paciencia con Santo Tomás de
Villanueva. Mi punto de vista es escéptico con respecto a esta cuestión: ni
todo lo de fuera es bueno, o malo; ni todo lo de la propia ciudad es malo, o
bueno. Que se me entienda bien, quiero decir que cada caso es particular y que
depende de muchos pequeños detalles. No conviene intentar de
cerrar la puerta como ha hecho la Sevilla cofrade durante tantísimos años,
porque se puede estar privando de formaciones musicales dignas de contemplar
durante la Semana Santa tras los pasos. En este mismo sentido, conviene
recordar un aspecto que ha cambiado en los últimos años con respecto al
panorama musical cofrade. Hace unos años -no tantos en realidad- hablar de
música procesional implicaba dirigir la vista casi de forma inmediata a la
capital de Andalucía. Lo mejor se decía que estaba allí en los tres estilos, y
todo lo demás era una copia de aquello. Sin entrar a juzgar esta afirmación,
que probablemente usted haya escuchado en más de una ocasión incluso en la
actualidad, lo que parece fuera de toda duda es que la situación ha cambiado a
día de hoy. Fácilmente podemos encontrar formaciones musicales de todos los
estilos a un nivel altísimo. Sin entrar a comparar si esto o aquello suena
mejor que lo de aquí o allá, hay que decir
sin temor a equivocarse que muchas bandas labran su propio camino con estilos
de interpretación y repertorios que han cosechado ellos mismos, y que defienden
a la perfección en diversos lugares del territorio. Hay un nutrido grupo de formaciones musicales que poseen mucho que ofrecer más allá de sus propias fronteras.
Así, y dando un paso más allá con respecto a la cuestión, la
globalización nos ha regalado intercambios y mezclas de Hermandades de
determinados lugares, con bandas de otros lugares, que difícilmente podrían
haber tenido lugar sin el fenómeno globalizador. Reconozco que la idea de este
artículo parte de ver cómo la Agrupación Musical de la Redención de Córdoba ha
causado un gran boom en la ciudad de Málaga junto a la Hermandad de la Cena,
que procesiona el Jueves Santo. Viendo un vídeo en el que engarzan seis marchas
tras el exuberante trono malagueño, y otro de un concierto para la misma
Cofradía, provocando el delirio del sabio público malagueño en forma de
aplausos y cariño hacia la formación de la Huerta de la Reina, caí en la cuenta
de lo beneficioso que es ese intercambio entre bandas y Hermandades.
Hay muchos ejemplos dignos de mencionar, y que quizá de no haber sido por
la incipiente globalización cofrade, no habrían tenido lugar. Mezclas de ciudades con otras a partir de las bandas y las Hermandades. Por mencionar
algunos ejemplos, en este caso interprovinciales -si nos quedáramos en la propia provincia habría muchos más-… Córdoba suena en Málaga con la Redención, pero también ha sonado en
Granada con la Banda de la Salud. Sevilla con su Banda del Sol, Redención y
Esencia suenan en Córdoba. Málaga suena en Almería con la Banda del
Cautivo, Huelva suena en Jerez con la joven Banda de la Merced. Jaén suena en Granada con la ya mencionada Pasión de Linares, pero
también en Almería con la Asunción de Jódar. Cádiz suena, por fin, en Sevilla
con la Banda del Rosario, y en Cádiz suenan cornetas, nada más y nada menos, que desde León con la Banda de
la Victoria, y desde Ciudad Real con la Banda de los Coloraos de Daimiel tras
la Flagelación de La Línea. Podría seguir, pero no pretendo aburrir a nadie con
datos que más bien suenan a estadísticas futboleras. De lo que no cabe duda es que el
efecto que esto tiene en la Semana Santa es inmensamente positivo. No ya solo
por el ya comentado enriquecimiento mutuo entre las diversas formaciones, sino
también por los vínculos, más o menos duraderos, que se crean entre los
miembros de una Hermandad y los componentes de la banda de determinado sitio
que ponen el color musical durante las horas que la Cofradía está en la calle.
En resumidas cuentas, y para concluir con el artículo, me gustaría
destacar de nuevo que las puertas de ninguna ciudad, con respecto a lo cofrade,
deberían permanecer cerradas. Para ninguna formación musical: ni propia ni
ajena. Todas deberían tener la oportunidad de demostrar la valía tras los
pasos, sin que nadie les mire la matrícula ni exista ningún tipo de recelo en
una u otra dirección De eso trata la globalización, del desvanecimiento de las fronteras entre las diversas regiones. Bienvenida sea, pues está
aportando muchas cosas buenas a nuestra Semana Santa, especialmente en lo musical.
José Barea