Todo sigue igual, ¡y no dimite nadie!
Eso es lo que piensa la mayoría de las personas que presenciamos el espectáculo el pasado Domingo de Ramos. Un espectacular bochornoso que debería de haber acabado con la renuncia del máximo dirigente puesta sobre la mesa.
Móviles apagados de los que debían estar en contacto con los señores que anuncian lluvias, decisiones poco acertadas, como el no retorno del palio a su sede canónica o la parada, incomprensible, del segundo paso.
Vergonzosa la actitud de algunos responsables, a los que los hermanos deberían pedir cuentas en el próximo Cabildo y obligar a poner su cargo a disposición de otros.
Raquel Medina
Recordatorio Sendero de Sueños: No te puedo explicar