Era el último día de la Semana Santa y en una conversación un amigo que pidió quedar una tarde para que le explicará lo que es El Rocío, a lo que contesté que El Rocío se vive, no se puede explicar; sin embargo, no me quedé satisfecha con esa contestación y estuve dándole vueltas a la cuestión, ¿Cómo explicar qué es?
Podría hablarle de una Hermandad. De cómo los hermanos dejan sus comodidades y se echan al camino. Podría hablarle de ese camino de girasoles y pinos, arena y ríos, de calor o frío. Pero no sería eso.
Podría hablarle del Ángelus o el Rosario sentada en la arena, o de Eucaristías por la noche, bajo las estrellas y con la luna de testigo. También de las velas al Simpcao cualquier noche. Momentos íntimos, donde hablas con Ella de cualquier cosa y le rezas cantando al calor de una candela. Sin embargo, El Rocío tampoco es eso.
Podría hablarle del Quema, la Raya, Palacio, el Ajolí...; del boyero, el pitero... de lugares y personas emblemáticas del Rocío..., pero no estaría siendo sincera.
Podría hablarle de Pentecostés, de ese día tan importante allí en la aldea; de una Pontifical multitudinaria o un rosario con ambiente marismeño, pero no estaría completa.
¿Y saben por qué no puedo explicarle nada? Porque El Rocío es Ella, sólo Ella.
Raquel Medina
Recordatorio Sendero de Sueños: A ti, Lourdes...