Esther Mª Ojeda. Casi sin darnos cuenta, nos encontramos ya en el ecuador de nuestras populares Cruces de Mayo. La música, el baile y la diversión se presentan como una constante que se extiende por todos y cada uno de los rincones de la ciudad durante los cinco días que dura la celebración, llenándolo todo de un colorido especial que no se reduce solo al profuso exorno floral que nos acompañará a lo largo del mes.
Como ya habíamos puesto de manifiesto, no todo lo que hay es lo que se puede ver a simple vista, pues si ayer hablábamos de la obra social de la cruz de mayo del Císter, hoy lo hacemos de la de Paz y Esperanza. La hermandad, cuyo grupo joven inauguró la cruz animando a colaborar con la campaña de recogida de material infantil que llevan a cabo desde el pasado mes de febrero, ha hecho saber a través de su cuenta de Twitter que la recaudación que obtengan de estos días se destinará a la contribución con las misiones de los Frailes Capuchinos.
Por otra parte, y como ya se hizo constar antes del comienzo de la Semana Santa, la hermandad se halla inmersa en el proyecto de restauración de su querido titular, Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia, motivo por el cual la cofradía ha recordado que los devotos que lo deseen podrán dejar su donativo para el propósito que se ha confiado al insigne imaginero Antonio Bernal.