Blas J. Muñoz. La elección de Manuel Bonilla como nuevo hermano mayor de la Sagrada Cena marcaba el inicio de un curso cofrade más que ilusionante para la cofradía de Poniente, la misma que meses más tarde veía cumplido un antiguo empeño, realizar estación de penitencia en la Santa Iglesia Catedral.
Un propósito que, más allá de la Asamblea que marcó la configuración de la Semana Santa de 2016, se hubiera cumplido de igual forma puesto que el propósito de la corporación era inquebrantable, hasta el punto de que se intentaron modificar las medidas de la parihuela para que ésta cruzará el umbral del Arco de las Bendiciones. Si bien la premura en el tiempo impidió que esto último se materializarse.
A ello hay que sumar un buen número de aspectos como el caritativo, donde destaca la enorme labor social que desarrolla a lo largo del año la cofradía del Jueves Santo cordobés. Desde ensayos solidarios donde la agrupación musical es parte integrante hasta la papepeleta de sitio de los costaleros de su Octava del Corpus destinada a la Asociación de Niños Autistas, el ejemplo es constante y estimulante.
Carácter Sacramental siempre presente en una corporación que persigue afianzarse y potenciales aun más, si cabe, poniendo el acento en el deseo de su futura participación más intensa en la procesión del Corpus de la ciudad. Si a ello le unimos los proyectos en marcha, la consolidación de su formación musical, la potenciación de sus actos de culto, formación, el Pregón del Costalero o el desarrollo impecable de su estación de penitencia, estamos en condiciones de afirmar que ha sido un curso más que productivo para la Hermandad de la Cena.