Esther Mª Ojeda. Son millones las personas que cada año se movilizan y emprenden un duro camino – el de este año ha sido el mejor referente – hasta llegar al Rocío como ejemplo de una importantísima manifestación de fe y suscitando esa gran devoción (posiblemente la que más) que ha llevado a su nombre a traspasar fronteras y hacerla mundialmente conocida.
Dicha devoción a la Blanca Paloma, lejos de vivir momentos de crisis o decadencia, parece fortalecerse aún más con el paso del tiempo. De ello da buena cuenta el reciente decreto del nombramiento canónico de la Hermandad del Rocío de Montoro concedida por el obispo de Córdoba, D. Demetrio Fernández que la erige canónicamente.
Como no podía ser de otra forma, los rocieros montoreños han querido compartir su enorme alegría haciéndose eco de la noticia que supone un punto de inflexión en su historia a través del documento que, fechado el pasado 13 de mayo, la convierte en asociación pública de la Iglesia y asimismo le otorga la personalidad jurídica pública.