Juan Pérez. La toma de posesión como Presidente del Consejo de Joaquín Sainz de la Maza, para no perder las viejas costumbres, fue más un acto socio-político que cofrade. Y todo delante del Arzobispo, ante la Virgen de los Reyes y San Fernando. Desde el delegado del Gobierno, un nutrido listado de próceres se dieron cita para ver jurar al macareno o cafetero, como también se le denomina en determinados círculos.
Y en esos mismos ambientes se duda y mucho de que la nueva cara del Consejo vaya a ser reformista, sino más bien continuista, con lo que implica tras el despretigio sufrido por la institución a ojos del gran público. Pero ya se sabe que monseñor Asenjo calificó de "notable" la gestión de Carlos (quién hubiera pillado a Mons. de profesor que no suspende ni con ceros de manual).
También se presupone que Sainz era "su candidato favorito". Pero un par de frases del Prelado dejaron una sospecha en el ambiente: "por desgracia, afloran episodios de fragmentaciones de las hermandades. Vosotros, el Consejo, además de organizar la Semana Santa debéis servir a la unidad. Sois artesanos de la paz, de la concordia y la reconciliación, empezando por vosotros mismos. El Consejo debe ser una entidad unida y fraterna. Sevilla y sus cofrades solo nos creerán si nos ven unidos".
Con la aplicación de las nuevas normas de Palacio por echar a andar, el textual de monseñor no pasa desapercibido y el llamamiento a la unidad podría ser interpretado como una especie de acatar sin rechistar ni resoplar. El tiempo dirá si es así y, en caso de serlo, si Joaquín tiene la autoridad o diplomacia (son la misma cosa) para llevarlo a cabo.
