Guillermo Rodríguez. La memoria de los cofrades, a veces frágil, a veces poderosa, conserva como pequeñas joyas algunos pedacitos de la historia de nuestras hermandades que alimentan el recuerdo que en ocasiones se diluye entre la vorágine de la información cotidiana y se oculta bajo un manto casi infinito de noticias de bandas y costaleros que muchas veces parece que son las únicas que interesan al gran público. Este domingo 11 de septiembre, Sevilla tendrá la oportunidad de rememorar una de esas imágenes singulares que forman parte de nuestro pasado colectivo. Escenas que suelen ser vividas con naturalidad por quienes participan en ellas pero que se convierten en excepcionales con el paso del tiempo.
El Martes Santo de 1991, la Hermandad del Cerro, no inició su Estación de Penitencia desde el barrio que la cobija, que es su esencia y configura su idiosincrasia, porque el mal estado de la antigua parroquia que fue su hogar hubo de ser demolida debido a su mal estado. Lo hizo desde el Porvenir, desde la Parroquia de San Sebastián, desde la casa de la Virgen de la Paz que, casualmente cuando se cumple un cuarto de siglo de aquél acontecimiento histórico, espera pacientemente a que la ciudad a la que trajo la ansiada reconciliación, después de una miserable guerra fratricida, la corone como Reina entre las Reinas el próximo 1 de octubre.
La maravillosa coincidencia ha querido que coincidan el recuerdo del acto de generosidad de la Parroquia de San Sebastián y la Hermandad de la Paz materializado en aquella fraternal acogida, con la Coronación Canónica de la dolorosa de Antonio Illanes, lo que imprime aún mayor significado a una efemérides que supuso el inicio de una incuestionable relación de hermanamiento entre ambas corporaciones, que forma parte de la herencia recibida por quienes desarrollan la vida cotidiana de la Paz y El Cerro.
Por eso, la mañana del 11 de septiembre será muy especial para dos hermandades cuyos destinos quedaron ligados para siempre. Ese día, Nuestra Señora de los Dolores rendirá visita a María Santísima de la Paz, y lo hará aprovechando el rosario de la aurora que anualmente preside la bellísima dolorosa “mostrándose así simbólicamente la permanente gratitud y el profundo reconocimiento sentidos en el seno de la Hermandad hacia dicha feligresía desde hace ya un cuarto de siglo” repitiendo la visita que ya tuvo lugar en 1995, fecha en la que el rosario de la aurora concluyó también en San Sebastián con motivo del quincuagésimo aniversario fundacional de la hermandad del Cerro.
El cortejo saldrá a la calle a las seis de la mañana y discurrirá por las calles Nuestra Señora de los Dolores, Párroco Antonio Gómez Villalobos, Aníbal González, Avenida de Hytasa, Glorieta Bizco Amate, Ramón y Cajal, Araquil, Alberche, Alcalde Juan Fernández, Nuestra Señora de las Mercedes, Felipe II, Jesús de la Victoria, Porvenir, Exposición, Nuestra Señora de la Paz y Río de la Plata, estando prevista la llegada a la Parroquia de San Sebastián a las 8:30 donde se celebrará la Santa Misa. Se da la hermosa circunstancia de que a partir de la calle Nuestro Padre Jesús de la Victoria, las andas serán portadas por hermanos de la Paz, lo que añade un componente simbólico para una mañana que será extraordinaria. A la conclusión de la Eucaristía se iniciará el traslado de regreso, que recorrerá las calles Río de la Plata, Nuestra Señora de la Paz, Exposición, Porvenir, Ramón Carande, Compositor Manuel Castillo, Pirotecnia, Ángel Gelán, José Saramago, Virgen del Sol, Avión Cuatro Vientos, Alcalde Juan Fernández, Segre, Araquil, Ramón y Cajal, Glorieta Bizco Amate, Canal y Afán de Ribera. La Virgen de los Dolores regresará a su casa a las 13:45 horas.
Durante el recorrido de ida, el rezo de los misterios del Santo Rosario será acompañado musicalmente por el Coro de Campanilleros Santo Domingo, de Bormujos, mientras que durante el regreso, como ya se informase el pasado 5 de febrero en Cabildo General a todos los hermanos de la corporación del Martes Santo, estará a cargo de la Banda de Música Santa María de las Nieves, de Olivares.
Se volverá a vivir de este modo una jornada ineludible, una cita imprescindible, un instante único, que pasará a engrosar la memoria global de los cofrades. Una jornada que se recordará dentro de muchos años y que quienes la vivan contarán, con certeza, que allí estuvieron. Un pequeño tesoro más de la historia de las cofradías y de Sevilla.
Foto Hermandad del Cerro