Esther Mª Ojeda. En esta ocasión, la tradicional procesión de la Virgen de la Fuensanta ha estado marcada por el atractivo añadido de su traslado desde su emblemático Santuario hasta la Catedral – donde aguardaría hasta el día siguiente – en una jornada en la que con anterioridad habían tenido lugar la ofrenda floral a la copatrona y la posterior bendición del agua del mítico pocito.
Tras ello, la Virgen de la Fuensanta partía hacia su destino ataviada con un llamativo manto dorado y sobre una elegante parihuela, acompañada por los miembros más jóvenes de las hermandades cordobesas en un recorrido convertido desde el primer momento en una manifestación de fe llamada a respaldar una devoción tan relevante para la ciudad de Córdoba y recogida en las magníficas fotografías realizadas por nuestro compañero Antonio Poyato.