Se nos llena la boca a los cofrades a la hora de criticar a los políticos que nos atacan o nos desprecian. Nos levantamos vehementemente frente a quienes eluden las responsabilidades derivadas del cargo que detentan y respondemos con contundencia cuando entendemos que no están donde deben, cuando deben, quienes deben estar. Ha vuelto a ocurrir este año en la procesión de la Fuensanta. A medida que el cortejo avanzaba por el Patio de los Naranjos y se aproximaba la salida de la Virgen, el run run iba in crescendo. Un run run estéril, inútil... ¿esperaba alguno de los presentes que la alcaldesa hubiese caído del caballo y se hubiese convertido en devota fiel de Nuestra Señora de la Fuensanta?. ¿Realmente alguien creía que en esta tesitura en que el bipartito está valorando convertirse en trío, tal y como era el deseo original de las partes, uno de los miembros del matrimonio iba a arriesgar su estabilidad porque la alcaldesa contentase a un sector social en el que entiende que puede arañar pocos votos?.
A veces no se qué creer. Si es que algunos cofrades son una panda de ilusos o sencillamente niegan la evidencia. No van a estar. Ni ahora ni nunca. El “error” de la llamada al palio de la Esperanza difícilmente se volverá a repetir. Viviremos pequeños conatos en los que parezca que la alcaldesa o sus chicos reculan, pero sin que lo parezca demasiado, jugando a ese legendario equilibrio en el que el Partido Socialista es un auténtico nido de maestros. Pero poco más.
Lo que sí llama poderosamente mi atención es que nos rasguemos las vestiduras porque no están quienes deben, pese a que no se les espera, y en cambio corramos un tupido velo sobre la ausencia de quienes no acudieron por las razones más variopintas. Muchos de los asistentes señalaron con el dedo el hueco dejado por ciertos representantes políticos, en cambio muy pocos repararon en la ausencia de algunas hermandades, que habían sido convocadas con el ruego de una presencia masiva que posibilite exigir le respeto debido, precisamente a esos mismos políticos que no hicieron acto de presencia, sustentado en una pacífica muestra de fuerza evidenciada en un numeroso cortejo y una respuesta del pueblo en forma de público.
La afluencia de estos últimos fue irregular, como acostumbra en un evento de estas características. En ciertas calles, como en el entorno de Catedral, abundante y en otras mejorable, pero difícilmente podemos exigir más si los que han de dar ejemplo dan la callada por respuesta. No se trata de relacionar a los que faltaron a la cita, ellos ya lo saben, ni de meter a todos en el mismo saco. Algunos tenían coartada válida, si bien para enviar un bacalao y tres varas, pocas excusas son plausibles. Sin embargo que una de las hermandades con mayor tradición y peso específico de esta ciudad no apareciese y que además uno de sus representantes se dedicase a pregonar a los cuatro vientos al paso del cortejo que no habían asistido "por problemas de horarios" es sencillamente un chiste de mal gusto. Desconozco cuántos miembros tiene la junta de gobierno de esta hermandad pero se me antoja muy difícil creer que todos ellos tuviesen "problemas de horarios" al mismo tiempo, el martes pasado, sobre todo considerando a la hora que salió el cortejo.
Dejémonos de cuentos y de buscar enemigos fuera de nuestras propias filas. El enemigo está en casa. Si hay cofrades que no le conceden la más mínima importancia a acompañar a la Patrona de las hermandades, si algunos son incapaces de entender que pasamos por un momento crítico en el que es imprescindible demostrar lo que somos capaces de arrastrar, y encima se jactan de ello, si el propio obispo no formó parte del cortejo que anunciaba la llegada de Nuestra Señora de la Fuensanta, ¿cómo vamos a exigir a determinados políticos que "pasan de cofradías" que participen en una “manifestación de fe”?. Seamos un poco más congruentes en nuestros planteamientos y subsanemos nuestras carencias antes de pretender que los demás muestren interés en aquello en lo que no creen. Antes de ver la paja en el ojo ajeno, reparemos en la viga que hay en el nuestro.
He dicho
Sonia Moreno
