Suspira el querubín inmerso en reflexiones sobre el proyecto de traslado de una carrera oficial insulsa, apática y caduca por otra enclavada entre calles estrechas y serpenteantes, llenas de historia y devociones que conducen a un maná catedralicio que algunas anhelan como si fuera la tierra prometida y otras rechazan como amargo cáliz que esperan que alguien aparte de sus pasos.
Suspiros alados que surgen mientras el ángel atraviesa una tormenta de ideas que da lugar a que el proyecto de traslado de la Agrupación se haya duplicado y que ahora toque elegir entre el plan de la agrupación, el plan del viernes santo y el plan de los que expiran.
Suspira el ángel porque, entre tanta reflexión que ya da dolor de cabeza al más pintado del orbe celestial, el querubín comprueba que alguien ha dado león por liebre de junio a septiembre y ahora este dice que a la Catedral, a la que antes no se podía llevar la carrera oficial, ahora se tiene que ir pero por donde él diga y ya no hay puerta o celosía que valga que en junio, en cambio, sí importaba.
Joaquín de la Sierra i Fabra