Guillermo Rodríguez. Los plazos podrían convertirse en la espada de Damocles que cercene las ilusiones de quienes aspiran a que, la próxima primavera, la Semana Santa de Córdoba modifique la fisionomía de su Carrera Oficial, en virtud de un potencial traslado al entorno de la Santa Iglesia Catedral. Unos plazos que, tal y como hemos adelantado en este medio, expiran el próximo 18 de octubre, fecha en la que se ha previsto la celebración del pleno extraordinario de hermandades de penitencia en el que se votará el proyecto definitivo, si procede. Huelga decir que para ese día, todo debe estar perfectamente atado y testada la opinión de varios de los hermanos mayores, sujetos decisores, no parece en estos momentos que vaya a ser fácil alcanzar ese extremo.
El sentir mayoritario, incluso entre aquellas corporaciones que se han erigido en abanderadas convencidas del traslado y han manifestado fehacientemente su vocación de acudir al mayor templo de la Diócesis, sí o sí, es que “estamos ante un paso extremadamente importante, trascendental, y que las prisas no son buenas consejeras”. Así lo habría manifestado el propio presidente de la Agrupación de Cofradías en diversas reuniones al declarar abiertamente que “no hay prisa” para que se tome una decisión y que si no puede adoptarse para 2017, se continuará trabajando para el siguiente.
No descarten por tanto, tal y como ya recordábamos el miércoles pasado, que la próxima Semana Santa recupere los parámetros, no ya de 2016, sino los de años precedentes, con una Carrera Oficial en el centro de la ciudad y con las cofradías, que lo estimen conveniente, acudiendo a la Catedral, probablemente en mayor número que las que lo hicieron el año pasado, pero no todas. También es factible que se llegue a un acuerdo desde luego, pero en estos momentos, la complejidad de cuadrar las distintas sensibilidades permiten inferir que la opción de que nada cambie es una realidad que está encima de la mesa.
Todo ello influido notablemente por la premura derivada de las fechas, cuyo límite del 18 de octubre no está elegida al azar, sino que emana de la necesidad de dar una respuesta concreta al Ayuntamiento de Córdoba en aras de que se concreten los próximos presupuestos del consistorio –que tiene unas fechas límite de confección, presentación y aprobación-, que se verían notablemente influidos si el traslado se llevase a efecto, recordemos que tanto el número de sillas como de palcos se elevaría sustancialmente y por tanto también el coste. Llegados a este punto, no deberían perderse de vista las últimas manifestaciones realizadas en las últimas semanas por el socio efectivo de Isabel Ambrosio, Izquierda Unida, y por el socio potencial, Ganemos, que no inducen a presuponer que vieran con buenos ojos un aumento del gasto municipal “por contentar a las cofradías”, precisamente ahora que parecen haber retomado la bandera del laicismo militante. Tampoco parece que la presumible nueva carrera oficial sea motivo suficiente como para que el Partido Popular conceda su visto bueno al presupuesto global de modo que este podría convertirse en otro interesante elemento a tener en cuenta en las próximas semanas. Estén atentos a los movimientos en este sentido.
Las primeras reuniones, cierto es que han sido únicamente las primeras tomas de contacto, no han supuesto avance alguno en las posiciones iniciales, pero si han añadido un elemento con el que los presentadores de los proyectos alternativos podrían no haber contado. El hecho de que dos alternativas se enfrenten a la propuesta original presentada por el equipo de Gómez Sanmiguel, no hacen más que otorgar más chance precisamente al proyecto oficialista, en la medida en que una variante doble repartiría votos discordantes frente a los defensores del original. Más aún cuando de las manifestaciones recabadas por GdP se induce que parece gustar más la propuesta del hermano mayor de Expiración, por la versatilidad que ofrece, que la defendida por Enrique León, hermano mayor del Sepulcro y auténtico dinamizador, aunque no en solitario, de una propuesta alternativa a la presentada por la Agrupación. Habrá que ver cómo influye en el ego de más de uno, el hecho de que llegado el caso haya de descartar una opción alternativa para que sea la otra la que se confronte con la “oficial”. Como habrá que contrastar si la incorporación del eje Deanes Conde y Luque, descartada por la propuesta inicial por motivos de seguridad, es aceptada finalmente por los organismos que han de decidir al respecto, o el deseo no va más allá.
Sea como fuere, el trabajo es arduo y las posiciones diversas. La complejidad y la multiplicidad de opiniones elevada y los tiempos, limitados, se agotan. No será fácil alcanzar un acuerdo global en los plazos establecidos con la premisa de no incurrir en precipitaciones. A día de hoy cualquier opción es factible y la posibilidad de que nada cambie, también. Un posibilidad que no debe ir en menoscabo, y así lo han manifestado a este medio varios de los hermanos mayores consultados, de que una negativa al traslado en 2017 implique que las reuniones y el trabajo se detengan, ya que “si se decide que no se haga para el próximo año, lo que no se puede es posponer las reuniones a las mismas fechas del año que viene, porque en ese caso volveríamos a estar en el mismo punto y con las mismas limitaciones. Si se decide no adoptar cambios para la próxima Semana Santa, habrá que seguir trabajando al día siguiente, para que, con tiempo, podamos hacer las cosas bien y sin precipitaciones”
Foto Antonio Poyato
El sentir mayoritario, incluso entre aquellas corporaciones que se han erigido en abanderadas convencidas del traslado y han manifestado fehacientemente su vocación de acudir al mayor templo de la Diócesis, sí o sí, es que “estamos ante un paso extremadamente importante, trascendental, y que las prisas no son buenas consejeras”. Así lo habría manifestado el propio presidente de la Agrupación de Cofradías en diversas reuniones al declarar abiertamente que “no hay prisa” para que se tome una decisión y que si no puede adoptarse para 2017, se continuará trabajando para el siguiente.
No descarten por tanto, tal y como ya recordábamos el miércoles pasado, que la próxima Semana Santa recupere los parámetros, no ya de 2016, sino los de años precedentes, con una Carrera Oficial en el centro de la ciudad y con las cofradías, que lo estimen conveniente, acudiendo a la Catedral, probablemente en mayor número que las que lo hicieron el año pasado, pero no todas. También es factible que se llegue a un acuerdo desde luego, pero en estos momentos, la complejidad de cuadrar las distintas sensibilidades permiten inferir que la opción de que nada cambie es una realidad que está encima de la mesa.
Todo ello influido notablemente por la premura derivada de las fechas, cuyo límite del 18 de octubre no está elegida al azar, sino que emana de la necesidad de dar una respuesta concreta al Ayuntamiento de Córdoba en aras de que se concreten los próximos presupuestos del consistorio –que tiene unas fechas límite de confección, presentación y aprobación-, que se verían notablemente influidos si el traslado se llevase a efecto, recordemos que tanto el número de sillas como de palcos se elevaría sustancialmente y por tanto también el coste. Llegados a este punto, no deberían perderse de vista las últimas manifestaciones realizadas en las últimas semanas por el socio efectivo de Isabel Ambrosio, Izquierda Unida, y por el socio potencial, Ganemos, que no inducen a presuponer que vieran con buenos ojos un aumento del gasto municipal “por contentar a las cofradías”, precisamente ahora que parecen haber retomado la bandera del laicismo militante. Tampoco parece que la presumible nueva carrera oficial sea motivo suficiente como para que el Partido Popular conceda su visto bueno al presupuesto global de modo que este podría convertirse en otro interesante elemento a tener en cuenta en las próximas semanas. Estén atentos a los movimientos en este sentido.
Las primeras reuniones, cierto es que han sido únicamente las primeras tomas de contacto, no han supuesto avance alguno en las posiciones iniciales, pero si han añadido un elemento con el que los presentadores de los proyectos alternativos podrían no haber contado. El hecho de que dos alternativas se enfrenten a la propuesta original presentada por el equipo de Gómez Sanmiguel, no hacen más que otorgar más chance precisamente al proyecto oficialista, en la medida en que una variante doble repartiría votos discordantes frente a los defensores del original. Más aún cuando de las manifestaciones recabadas por GdP se induce que parece gustar más la propuesta del hermano mayor de Expiración, por la versatilidad que ofrece, que la defendida por Enrique León, hermano mayor del Sepulcro y auténtico dinamizador, aunque no en solitario, de una propuesta alternativa a la presentada por la Agrupación. Habrá que ver cómo influye en el ego de más de uno, el hecho de que llegado el caso haya de descartar una opción alternativa para que sea la otra la que se confronte con la “oficial”. Como habrá que contrastar si la incorporación del eje Deanes Conde y Luque, descartada por la propuesta inicial por motivos de seguridad, es aceptada finalmente por los organismos que han de decidir al respecto, o el deseo no va más allá.
Sea como fuere, el trabajo es arduo y las posiciones diversas. La complejidad y la multiplicidad de opiniones elevada y los tiempos, limitados, se agotan. No será fácil alcanzar un acuerdo global en los plazos establecidos con la premisa de no incurrir en precipitaciones. A día de hoy cualquier opción es factible y la posibilidad de que nada cambie, también. Un posibilidad que no debe ir en menoscabo, y así lo han manifestado a este medio varios de los hermanos mayores consultados, de que una negativa al traslado en 2017 implique que las reuniones y el trabajo se detengan, ya que “si se decide que no se haga para el próximo año, lo que no se puede es posponer las reuniones a las mismas fechas del año que viene, porque en ese caso volveríamos a estar en el mismo punto y con las mismas limitaciones. Si se decide no adoptar cambios para la próxima Semana Santa, habrá que seguir trabajando al día siguiente, para que, con tiempo, podamos hacer las cosas bien y sin precipitaciones”
Foto Antonio Poyato