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jueves, 13 de octubre de 2016

Una ofrenda de amor incalculable


Eva Martín. Existen pocas relaciones más singulares que la que se establece entre la Madre de Dios y quienes gozan de la inmensa fortuna de ser sus camareras. Una relación materno filial cargada de una amor incalculable alimentada por la más profunda de las devociones, y al mismo tiempo una vinculación íntima, imposible de explicar, que se materializa en el personificación de la imagen dotándola de vida.

Una humanización que se reproduce entre quienes profesan una devoción auténtica por una advocación que va mucho más allá de ser las encargadas del ajuar de una escultura, por más que atesore la característica de la unción, permitiendo ver a la Santísima Virgen como una Madre, una vecina o una amiga a que se le habla con total naturalidad y de la que se obtienen respuestas, por increíble que pueda parecerle a quienes son incapaces de experimentar este sentimiento. Esa misma sensación que habita en el corazón de quienes realizan una ofrenda a la dueña de sus desvelos como si de un regalo a una Madre se tratase.

Como la que habrán sentido en lo más profundo de sus corazones las camareras de Nuestra Señora del Mayor Dolor, al regalarle un nuevo corazón traspasado por un puñal, realizados en plata de ley por el orfebre cordobés Daniel Porras Castro. Una pieza que fue bendecida durante la celebración del primer día de Triduo en honor de la titular mariana de la corporación de San Lorenzo y que ya forma parte del interesantísimo acervo patrimonial de la dolorosa del Calvario. Un muestra de amor verdadero de unas hijas a su Madre que trasciende del mero valor patrimonial, un regalo entre amigas, una ofrenda única e irrepetible y un gesto de auténtica devoción.


Foto Antonio Poyato
Foto Miguel Arroyo García



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