Suspira el querubín dando vueltas al rostro de estupefacción del poderoso que encontró a las mismísimas puertas del infierno cuando alguien le informó de que no estaba tras los pasos que debería aunque él pensaba que así era sintiendo entonces que el que en el pasado fuera amado seguidor le había engañado aunque no hubiera motivo alguno para ello.
Suspiros alados por el eterno capitular que, de tanto jugar al póquer, ya nadie sabe en qué bando juega y sorprende a cuantos le observan ya que, salga la mano que salga, él dice que gana siempre y no se corta en recoger las fichas del tablero mientras se pone la medalla y dice que todo fluye como debería gracias a él.
Suspira el ángel recogiendo sus alas por uno que pasó de ser malote a santo y así se hizo amigo de su antaño poderoso enemigo al cual le confesó que oyó voces y entró en el paraíso para empezar una nueva vida modélica y ejemplar, jurando y perjurando que todo lo que antes hacía era porque le obligaba la paloma y, ya que la paloma voló, ambos podían estar a partir de un piñón entre cervezas de santos y rosas.
Joaquín de la Sierra i Fabra
Foto Antonio Poyato