Vanus sunt sensus homini. Los
sentidos del hombre son vanos. En algún lugar de la Custodia, Arfe dejó
cincelado este lema. Lo que ven, lo que tocan, no es pan, no es vino. Es Dios.
En torno a Él, Arfe construye este edificio. Una de las obras de arquitectura
más complejas que existen en la ciudad. El propósito de su autor material y el
ideológico era mover los espíritus a la devoción del Santísimo Sacramento, en
una época de herejías y cismas que negaban la presencia real de Cristo en el
Pan y en el Vino. Frente a esto, Juan de Arfe y sobre todo el canónigo y
humanista Francisco Pacheco componen un programa iconográfico que no iguala ni
el mejor retablo del mundo. Pasen y vean esta obra como nunca la vieron. Entren
en la Custodia de Sevilla...
En la sala del tesoro descansa
durante todo el año la mejor Custodia de España. Tan es así que después de ésta
se hizo otra de oro... No se terminó hasta el siglo XVIII, pero sólo salió
algunos años. Fue retirada y fundida para pagar las guerras de Carlos III. Y es
que los canónigos querían la de Arfe. Lo mismo le pasa a la que es su mejor
conocedora, la profesora emérita de Historia del Arte María Jesús Sanz Serrano,
que ha realizado numerosas investigaciones y publicaciones sobre la pieza y su
autor. En ella, dice Sanz, "Juan de Arfe, el tercero de los Arfes perfecciona
el modelo de Custodia en forma de torre que había ideado su abuelo en Toledo".
Hablemos de los Arfe. Para ser
justos, hay que admitir que Moeckel no es el único alemán del Arenal. Muy
cerquita de casa del activo abogado discurre una calle que, acudiendo a las
fuentes, debería llamarse «Calle Harff». El abuelo de nuestro Arfe Heinrich
Harff, procedía de la ciudad alemana del mismo nombre, cerca de Colonia. Se
estableció en Castilla y se castellanizó como Enrique de Arfe. Fue el creador
de la gran custodia gótica de Toledo. Acudía allí donde le contrataran, como
hizo su hijo, Antonio de Arfe, que cuenta en su currículo con la Custodia del
pueblo del Cardenal Amigo, Medina de Rioseco.
A diferencia de sus predecesores
Juan es un humanista, un intelectual con las ideas muy claras. Conocía bien el
dibujo y la teoría de la arquitectura. Pese a no haber puesto un pie en Italia
plasmó el mejor Renacimiento en esta obra. También hizo las custodias de Ávila
y Valladolid, pero esta es la mejor, según él mismo reconoció. Su teoría de la
arquitectura está recogida De Varia Conmensuración para la escultura y la
architectura, que publica en Sevilla cuando ya está concluyendo la pieza. En
ese libro, uno de cuyos ejemplares ha sido recientemente restaurado por el
Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, recordaba: «Esta es la arquitectura
que conviene que sepan los plateros, pues no han de cimentar torres, ni cerrar
bóvedas, ni estribar templos, sino sólo (…) saber precisamente el rigor de las
ordenes de edificar las monteas al modo antiguo, según lo han tratado Vitrubio
y todos los arquitectos que después de él escribieron ». Así fija los cánones
de la Custodia de Torre o de asiento, que se pueden comprobar con un mero
vistazo a la de la Catedral de Sevilla.
Siempre un número de cuerpos
impares. Nunca escenas de la Pasión. Nunca capiteles de orden dórico, porque
sería demasiado tosco para una obra tan refinada. Desde el primer hasta el
último cuerpo una línea recta debe conectar por el centro a todos.
La nuestra cumple punto por punto
todas estas máximas. Cinco cuerpos, porque si se fijan bien, la figura de la Fe
que remata el conjunto descansa sobre un cuerpo pequeño que constituye el
quinto. Para las grandes Custodias, como es el caso, el Santísimo en el segundo
plano. El orden de capiteles es dórico, corintio y repite este estilo para
terminar en combinado. Lo dijo el tío del pintor Francisco Pacheco, el canónigo
del mismo nombre que se encargó de diseñar todo el programa iconográfico. Nunca
escenas pasionistas. Es para un día de fiesta. Se funden escenas del Antiguo
con las del Nuevo Testamento. Con todo, en la Custodia sí existen
representaciones de Cristo muerto e incluso algunos ángeles soportan atributos
de la Pasión, aunque se trata de representaciones alegóricas.
Firmada y fechada
Damos un paseo por los exteriores
de este singular Palacio para Jesús Sacramentado. Fíjense, debajo de una
cornisa el único texto en castellano que figura en toda la obra: «Juan de Arfe
natural de León hizo esta obra en 1587». Pero por encima y alrededor de todo
este primer cuerpo figuran las leyendas latinas que hacen referencia a cada uno
de los paneles de las escenas del Antiguo y Nuevo testamento.
Iglesia verdadera
“Humanae Ebritatis Ludibria”, las
burlas de la ebriedad humana, bajo el panel donde los hijos de Noé se ríen de
su padre borracho. «Ecclesíae Catholicae Veritas », la Verdad de la Iglesia
Católica con una mujer triunfante ante la que huyen las herejías y tantos
otros. Un relieve que los profanos identifican por su parecido con la Cibeles madrileña.
Inspiración para sevillanas
Uno de los más llamativos se
encuentra casi oculto. Se trata del relieve del tabernáculo. Un pasaje del
Antiguo testamento en el que los sacerdotes figuran ante la tienda que guarda
el Arca de la Alianza. Es artista es en este caso preciosista con el repujado
de los relieves de las lonas y ornamentos. Fíjense bien... ¿No les recuerda una
caseta de feria?
Las de más valía
Entre la columnata del primer
cuerpo, Arfe y Pacheco colocan las esculturas de mayor tamaño de toda la
Custodia. Los Santos que demostraron su devoción por la Eucaristía, como San
Jerónimo, Tomás de Aquino, o el Papa Urbano IV, el creador de la fiesta del
Corpus Christi. Son las figuras que mejor cobró Arfe de todas cuantas realizó.
El cabildo estableció un precio en función del trabajo que el orfebre realizaba
en cada uno de los elementos de la torre.
Arca de Noé
La flora y la fauna de la
custodia son muy variadas y cargadas de simbología. Sobre las columnas, en las
cornisas, en arquitrabes y volutas, Arfe realizó los relieves de animales como
el caracol, los pájaros que pican las uvas, los pavos reales, las granadas,
leones, y otros numerosos elementos naturales. Algunos representan vicios
humanos dominados por las virtudes cristianas. La liebre era una de las
representaciones del mal. De hecho, la superstición decía que las brujas podían
transformarse en este tipo de roedores. Pero por encima de todo, los elementos
de este tipo más representados son los racimos de uva y las espigas, dentro de la
ornamentación, o como elementos centrales en las alegorías de la cruz de la que
crecen las dos especies.
Dogma de Fe
Si hubiéramos entrado en la
Custodia recién acabada, el aspecto sería bien distinto. Recordamos que fue
modificada en los años del barroco. En primer lugar, la altura. En el XVII se
le incorpora la peana con las jarras que deforma la esbeltez de la obra. Los
angelitos y santos creados por Arfe cambian de ubicación y son sustituidos por
otros elementos. Y lo principal: la Inmaculada. De exagerado tamaño, fue
incorporada para sustituir la figura de la Fe sentada del orfebre. En aquel
tiempo, Sevilla revivía el segundo brote de la devoción a la Purísima. Los
santos que rodeaban la figura primigenia de la virtud teologal, permanecieron
adorando a la Virgen.
Santos sevillanos
En torno al ostensorio, Arfe
retrata por petición del cabildo a los Santos sevillanos. Justa y Rufina,
Isidoro y Leandro, Hermenegildo... Así hasta 12 santos entre los que falta San
Fernando, canonizado tiempo después de la realización de la obra. Delante de
ellos, los angelotes barrocos que diseñó Valdés Leal en una de las
remodelaciones. Demasiado grandes para la cornisa, dicen los expertos.
La plata de la Custodia vino en
barco. En la flota de Indias que desembarca en el Arenal de Sevilla.
Aproximadamente 350 kilos de plata se utilizaron en esta obra. La mayor parte
de ella, procedente de Perú y de México. En parte también se refundieron
lámparas propiedad del cabildo catedralicio. Plata labrada y repujada que viene
a recubrir una compleja estructura de hierro diseñada por el propio Arfe,
aunque la base barroca posterior está puesta sobre madera.
Coronando la pieza se añadió en
el siglo XVII la imagen de la Fe triunfante. Es figura que los niños de Sevilla
identifican como una hermana menor de la giraldilla transformó radicalmente el
perfil de la obra. En origen, y según las formas del renacimiento en la cima
figuraba un remate en forma de esfera con una pirámide. Es una solución que
Juan de Herrera adopta en el Escorial, o que, sin ir más lejos podemos
encontrar en Sevilla en infinidad de retablos y espadañas, como la del Museo de
Bellas Artes.