Guillermo Rodríguez. El Cerro se convirtió en Cielo para glorificar a la Madre de Dios, que como cada año recibió la devoción de todo un barrio convertido en Hermandad, en forma de Solemne Triduo. Bellísima como siempre, María Santísima de la Encarnación, la dolorosa de Luís Alvarez Duarte, que al igual que su hermana de San Pablo, llegó a nuestras orillas de la mano del insuficientemente valorado Fray Ricardo de Córdoba, al que urge realizar un sentido homenaje de la Córdoba Cofrade. La expresión "nadie es profeta en su tierra" cobra pleno sentido al comprobar cómo esta figura imprescindible para la Semana Santa contemporánea, es considerado un genio lejos de nuestra ingrata Córdoba, mientras algunos, desde la envidia más absoluta, menosprecian su obra y sus logros.
Nuestro compañero Antonio Poyato, estuvo presente en Jesús Divino Obrero, ¡qué bello nombre para una iglesia!, para regalarnos esta magnífica alabanza gráfica a la Reina del Cerro.
Recordatorio Encarnación del Amor