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lunes, 19 de enero de 2015

Enfoque: Guerra Santa a las puertas de tu casa


Blas Jesús Muñoz. Me decía el sábado por la noche un amigo que, seguramente, escribir como escribimos nos trae más de alguna amenaza y no le falta razón, pues vivimos en unos tiempos -como casi siempre- en que decir lo que se piensa no agrada a más de uno, de dos y de tres. Sin embargo y por desgracia, no es patrimonio exclusivo de la opinión cofrade. De serlo podríamos determinar fácilmente el problema.

La cuestión es más amplia y se extiende a una sociedad en la que, si no sigues el guión establecido, criticas lo que está convenido y te estableces en lugares comunes o espacios de confianza, te conviertes en un sujeto y/o individuo peligroso para el sistema. Un sistema en franca decadencia, pero -al fin y al cabo- en su agonía se lleva por delante lo que puede a zarpazo limpio.

Y en éstas llevamos unas semanas observando la barbarie en las puertas de nuestro mundo, tan inseguro y tan desgarrado sin que nadie nos hubiese avisado o, tal vez, desde hace una década hayamos querido ignorar los avisos crueles que se nos enviaban. Y, poco a poco, un coche mal aparcado, un cóctel molotov nos estén previniendo de que el enemigo está tan a las puertas como lo estaba en Nueva York, Madrid, Londres, París o Bruselas.

Está por todas partes y no sigue nuestras reglas. Da igual una caricatura o que consideren suyos los templos. Da igual que hablen de esta tierra como la tierra de sus abuelos cuando en verdad era la de los míos o los tuyos (que me estás leyendo), pero no de los suyos. Da igual que escribas lo que escribas, o quieras pactar lo que te venga en gana porque quien entiende al que no practica su fe como apóstata, nada le servirá como argumento. Da igual que hables de paz y entendimiento porque cuando uno como éstos quiere atacar tu casa y a tu gente, solo te queda preparar tu trinchera para defenderte.









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