Ha llegado la semana que algunos llevan esperando con impaciencia desde hace tiempo. La misma que, casi al final, traerá lo más cañí de la farándula, lo más genuino del toreo, lo mejor del postureo vanidoso ante un objetivo (y no me refiero al de Ana Pastor), lo más de lo más que trae de todo menos Semana Santa.
Al fin y al cabo, poco importa lo cofrade cuando el objeto consiste en llenar un teatro y salir en los medios, que no a los medios, pues ese terreno se le supone a Finito, se le supone... Se llenará, se repartirán abrazos de amistad consagrada por miles de años y se irán a cenar ¿No dijeron que más cenas no?
Puede que lo dijesen o puede que no. Lo que ahora dicen es esto: "¿Quieres cenar con el pregonero, Juan Serrano "Finito de Córdoba" y el cofrade ejemplar Luis M. Carrión "Curro"?" Y la pregunta va ilustrada con una foto del Córdoba Center. De hecho, al verlo recordé esa oferta de UPyD para cenar con Toni Cantó.
El anuncio, desde luego, se juzga por sí mismo sin necesidad de hacerle escarnio. Parece ser una oferta de cualquier cosa menos cofrade. La pena, la misma que lloran las plañideras, es que se trata de cofradías en su estado más neto. Al menos, resta el consuelo de no ver en esa foto al Titular del Presidente. Algo hemos ganado.
La pena radica en que lo impensable, hoy es realidad. Y, lejos de sentir rubor, se retroalimentan en su gloria. Una gloria a precio de saldo como aquélla que se gastaba en las páginas de una revista de "Feria y Fiestas" de Villanueva del Osobuco, por así decir y no ofender a ninguna localidad. La pena se halla en el instante que se decidió apostar por famosos venidos a menos (quizá, nunca tuvieron el más) y empequeñecer la Semana Santa para ponerla justo a su medida.
Blas Jesús Muñoz