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sábado, 14 de marzo de 2015

El Perdón regresa a casa


Blas Jesús Muñoz. Normalmente, cuando alguien piensa en su casa, en el sitio donde se desarrolla vitalmente de forma más genuina, piensa en un lugar más que físico, emocional, pues a cada rincón de su arquitectura le confiere un atributo sentimental. Frecuentemente, se asocian los objetos a recuerdos, las paredes a días felices, las sábanas a noches en vela... Pero, al fin y al cabo, uno puede tener dos hogares si las circunstancias así lo deciden.

O la Providencia busca un bien a través de la fuerza mayor y, algo parecido, le ha sucedido a la Hermandad del Perdón durante estos meses. Cuando sonaban las primeras notas entonadas por Coronación de Espinas, sus Titulares retomaban el camino de regreso a San Roque, dejando atrás unos meses, cálidos e intensos, en la Trinidad.

No ha sido un traslado privado como el primero, pues el regreso a casa hay que celebrarlo como merece. Sin embargo, algo queda atrás, una nostalgia de lo vivido en San Juan y Todos los Santos. Tener dos hogares siempre te deja un sabor agridulce cuando no estás en uno de ellos.

La noche del jueves al viernes la cofradía mostraba la imagen de sus Titulares dispuestos para el regreso en una red social y, quizá, en las frases expuestas se denotaba un punto de melancolía por cuanto se deja atrás. Más allá de un lugar, a las personas que te acogieron y te hicieron sentir bien. El devenir cotidiano o un Quinario conjunto que ha sido el ejemplo donde mirarse.

Casi sin darnos cuenta, las puertas de San Roque se cerraban y el templo ya albergaba más vida con la vida misma que le confieren el Señor del Perdón y la Virgen del Rocío y Lágrimas. La vuelta era una despedida y su adiós, su mirada, contiene una promesa y, seguramente, un recuerdo imborrable para la Hermandad del Perdón.






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