en la corte de tu Aldea
y tu semilla florece
cada nueva primavera.
Hubo un monarca cristiano
que nos regaló tu herencia
y hubo un pastor legendario
que alimenta tu leyenda.
Cada siete romerías
en Almonte te veneran
inundando de fe y vida
los suspiros del que espera.
Si yo pudiera tenerte
pa' siempre puerta con puerta
haría huir a la muerte
sólo hay Cielo si estás cerca.
Tuve un sueño en que podías
elegir del mundo entero
a la Tierra Prometida
por encargo de los Cielos...
y elegiste la Rocina.
Guillermo Rodríguez
En el año 1248, Fernando III El
Santo conquistó Sevilla, incorporándolo a la corona de Castilla. Tras un
período de repoblamiento que prosiguió a la caída del Reino de Niebla en 1262, fue
su hijo, Alfonso X, quien reservó para la Corona como coto de caza el territorio que
se extendía desde Mures (Villamanrique de la Condesa), hasta los alrededores de
la marisma. Cuentan las crónicas que este mismo rey tenía la piadosa costumbre
de levantar santuarios a la Virgen María en los territorios que conquistaba. (ZAMORA MOYA, José A. (2000): Vivencias (La Romería del Rocío), Algaida editores, Sevilla, p. 19).
Existe base histórica
para afirmar que fue Alfonso X el Sabio quién después de la reconquista
islámica creó el Coto de Doñana que se extendía desde Villamanrique hasta el límite con las tierras de Niebla y quien mandó edificar en estos lugares una ermita dedicada a Santa María que con el tiempo se llamaría de las Rocinas.
Primera foto de la Ermita y el Pocito |
El primer documento histórico que
cita la primitiva Ermita de Santa María de Las Rocinas es el Libro de la
Montería (1340), de Alfonso XI. En el folio 292v. se dice que La Xara de Mures,
que es en el Axarafe, es buen monte de puerco en yuierno. Y en el folio 294v.:
En tierra de Niebla ay vna tierra quel dizen las Roçinas, et es llana, et es
toda sotos, et ay sienpre ý puercos Et señalada mjente, son los meiores sotos
de correr cabo vn yglesia que dizen Sancta Maria de las Roçinas, et cabo de
otra eglesia que dizen Sancta Olalla" (Argote,1582).
Primer texto referente al Rocío (Libro de la Montería) |
La primitiva ermita de Ntra. Sra.
de las Rocinas, debía ser visitada por cazadores y monteros. Pero esta ermita y
la devoción a la citada Imagen cayeron en el olvido, tras las invasiones de los
Benimerines y la posterior desolación de estos campos y villas, existiendo más
de un siglo en que no aparecen noticias referentes ni a la ermita ni a la
Sagrada Imagen.
Grabado. Regla de Almonte (1.758) |
LA LEYENDA DE LA APARICIÓN
La memoria popular ha rescatado
del olvido y ha transmitido de generación en generación el acontecimiento que
supuso el descubrimiento de la Imagen en la misma zona que ocupa actualmente su
santuario y la gran devoción que despertó desde un principio.
A grandes rasgos, se relata que a
principios del siglo XV, Gregorio Medina, un cazador de Mures (actualmente
Villamanrique de la Condesa), encontrándose junto con sus compañeros de
cacería, le tocó en suerte dirigirse a la zona de Las Rocinas, lugar muy
frecuentado por los cazadores, y allí en la chueca o hueco del tronco de un
árbol centenario halló la imagen de casi una vara de alto hollada por las
inclemencias del tiempo.
Al acercarse, pudo ver en la espalda de la talla la siguiente leyenda: “María de los Remedios
me llamo”. Volvió al pueblo de Almonte, a cuyo término pertenecía aquel sitio,
dando cuenta de su hallazgo. De esta población llegaron numerosos vecinos
llevándose a dicha localidad la imagen. La noticia llegó a los demás pueblos de
la zona, pero entre los vecinos de Almonte y de Villamanrique surgió una
disputa en torno a la cuestión del acomodo de la talla, que subsanaron
siguiendo la costumbre de la época, unciendo en unas carretas dos yuntas de
bueyes y que su fuerza decidiera el destino de la Virgen. Ambas
fuerzas quedaron igualadas sin conseguir avanzar a un lado ni a otro. Este
hecho se interpretó como sentencia y se colocó la talla de la Virgen en el
sitio en que fue encontrada, construyéndose una ermita de diez varas de largo
gracias a las limosnas de los devotos. (ZAMORA MOYA, José A. (2000): Vivencias
(La Romería del Rocío), Algaida editores, Sevilla, p. 20).
Azulejo. Casa Parroquial. Villamanrique |
Esta versión forma parte de la
tradición oral que comparten los pueblos de la comarca, salvo Almonte, que en
sus Reglas (1758) establece que un cazador, sin especificar su origen, encontró
la imagen. La leyenda responde a un modelo generalizado y que en este caso
presenta dos variantes fruto de los intereses contrapuestos de Almonte, que
reclama la exclusividad del símbolo y los demás pueblos, especialmente
Villamanrique. (RODRÍGUEZ BECERRA, Salvador (1989): “La Romería del Rocío,
fiesta de Andalucía”, El Folklore Andaluz, nº 3, Fundación Machado, Sevilla, p.
148).
Para protegerla de las invasiones moriscas, la imagen debió ser ocultada en el tronco de un árbol y allí permaneció hasta el mencionado hallazgo.
Es en los albores del
siglo XV, tras el descubrimiento de la imagen, cuando se construyó de nuevo la ermita.
Aunque, tal y como hemos indicado, desde el siglo XIII, la ermita de Santa
María de las Rocinas era visitada por los monteros de Mures (Villamanrique),
los pastores de Almonte y los carboneros de Sanlúcar de Barrameda, el verdadero
origen de la actual Romería del Rocío está en el citado hallazgo de la
milagrosa imagen, hecho singular que más tarde las Hermandades irían a
conmemorar, celebrando cada una su fiesta en la Ermita del Rocío. (AA. VV.
(1979): Gran Enciclopedia de Andalucía, Ediciones Anel, Granada, pp. 2852-4).
De este modo la tradición oral
versificada en la leyenda de la aparición y el origen histórico que establece a
Alfonso X como el artífice de la primitiva ermita y de la propia Virgen quedan
fusionados para siempre.