Suspira el querubín por la suerte de un pobre dirigente que, sin tener malicia, se rodea de una guardia de pretores que alguno sí la tiene y siendo bueno, la complicidad de su silencio o de su dejación en el mandato lo hacen parte de esa malicia que mueve a algunos cofrades.
Suspiros alados porque su prestigio va menguando y las decisiones que le esperan no lo pondrán en cuarto creciente. Entre susurros quiere cambiar el recorrido para que su capataz no vuelva a pasar por el mal trago y el mal balcón de una calle donde se le atranca el paso a uno y otro que ya no está no tuvo ese problema.
Suspira el Ángel porque como los entrenadores algún miembro de su junta no se comerá el turrón del duro y no porque lo echen, sino porque ese es el plazo que han programado para irse si no llega la reacción esperada que ponga fin a la línea de este encefalograma.
Joaquín de Sierra i Fabra
Recordatorio El Suspiro del Ángel: Bandas a precio de pack