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sábado, 19 de septiembre de 2015

Contratadas las fases de carpintería y talla del paso de Nuestro Padre Jesús de la Humildad


Guillermo Rodríguez. Fue el pasado 7 de junio, cuando la Fervorosa Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo del Desamparo y Abandono, Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Nuestra Señora de los Dolores de Sevilla, conocida popularmente como Hermandad de El Cerro, eligió en Cabildo General extraordinario celebrado al efecto, de entre cuatro proyectos presentados, el que habría de ser el que diese forma al paso de Misterio para Nuestro Padre Jesús de la Humildad, el magnífico Nazareno que tallara en 2004 Juan Manuel Miñarro para la populosa corporación sevillana 

Este viernes, el hermano mayor de la hermandad informó en el Cabildo General de Cuentas y Presupuestos que ya es un hecho la contratación para su ejecución por parte de los artesanos Enrique Gonzálvez González y Francisco José Verdugo Rodrigo de las fases de carpintería y talla del paso.

Con esta buena nueva se continua en la senda de la materialización del sueño de poder presenciar al Nazareno del Cerro camino de la Santa Iglesia Catedral, un anhelo que poco a poco parece estar más cerca de hacerse realidad.

El proyecto

De estilo barroco y a realizar en madera de cedro, el autor pretende crear una simbiosis lo más perfecta posible con la sagrada imagen de Nuestro Padre Jesús de la Humildad, transmitiendo así un conjunto de puro equilibrio artístico y devocional, y encuadradas en la idiosincrasia y estilo artístico de la Cofradía, empleándose diseños y técnicas de orfebrería. El proyecto es de líneas sinuosas y barrocas, en concordancia con la fuerza y potencia que transmite la imagen del Señor, equiparando su terminación en barniz y bronce a la elegancia y clasicismo de la propia imagen y a la personalidad de la corporación.

Se desea proporcionar una sensación piramidal que arranca desde el moldurón del respiradero hasta el punto más alto de la cruz del Señor, pretendiéndose conseguir que el canasto del paso se convierta en una peana que porte a la imagen, alcanzándose esto al reducir al máximo posible la superficie superior o tablazón del canasto en el cual se irá formando el propio monte. El canasto, compuesto de un primer cuerpo de 10 cm. de altura, acoge en sus esquinas cuatro contrafuertes que se adaptan al perfil de alzada, con una base de 60 cm. cada uno, siendo una pieza ornamental en toda su condición, alojando en su desarrollo cada uno de ellos a una imagen de ángel mancebo en el lugar más bajo y en el más alto un farol de 65 cm. de altura, realizados ambos en bronce. El citado perfil se compone de una sección de molduras que acoge un liso y un cuarto bocel, el cual lleva tallado un gallón de la vida y la muerte. A continuación, el perfil de moldura que le sigue es una escocia que llevará un dibujo ornamental calado para ir así transmitiendo transparencias al canasto en sí. Seguidamente van un bocel y otra escocia más suave que la anterior, siendo la talla del bocel en bajo relieve y en macizo y la de la escocia calada para ir así siguiendo el ritmo que se desea para el desahogo del conjunto de la canastilla. A partir de aquí comienza ya el bombo, el cual llevará talla con un cierto volumen acogiendo a su vez a unas cartelas intermedias o secundarias, las cuales aumentan el juego de contrastes. Concluye el desarrollo de la alzada con un último perfil en escocia de contrafigura pero con más desarrollo que las anteriores, enmarcada por una moldura que contornea todo el perímetro alto del canasto.

La cartela central del frontal y de la trasera combinan en su elaboración un efecto de pergamino con el cual se busca intercalar elementos que le den al conjunto un toque clásico para así poder transmitirles los puntos de elegancia adecuados para lograr el equilibrio. Estas dos cartelas centrales llevan escenas de la Pasión que hacen referencias a motivos que reflejan la humildad de Cristo, en alusión a la advocación del Señor. La escena del frontal corresponde al Lavatorio de pies y la trasera al Bautismo de Jesucristo. En cuanto a las centrales laterales integran a un ángel mancebo de torso desnudo que nace del propio ornamento a partir de la cintura y siendo el mismo el que porta el candelabro lateral de tres luces.

Los ángeles mancebos de las esquinas del canasto portan cada uno un elemento de los que forman parte del escudo de la Hermandad, incluyéndolo así de forma descompuesta y contribuyendo a crear una visión que aporte originalidad a la forma de representarlo. Detrás de cada ángel va un farol y detrás de este farol se encuentran un candelabro esquinero el cual incluye de cinco a siete luces cada uno, según se vea qué proporción es la más adecuada. Las tulipas de cada guardabrisa se encuentran coronadas por unos imperiales que ayudan a darle el toque de majestuosidad final a la obra. En cada costero del canasto también se encuentran ubicados dos candelabros de guardabrisas de tres luces cada uno de los cuales se asienta sobre unos contrafuertes que se conjuntan con los de las esquinas.

Los respiraderos adoptan un corte clásico, siendo más bien recortados para buscar cierta similitud con los respiraderos del primer paso de misterio que tuvo la corporación, recordándonos así al paso en el que procesionó el Santísimo Cristo del Desamparo y Abandono entre 1989 y 2000. Las esquinas son contrafuertes que van en la misma línea de elaboración y resultado de los contrafuertes de las esquinas del canasto, para así ir creando una armonía y conjunción con todo el contexto de la obra. Llevan cuatro cartelas centrales, las cuales llevan, en lugar de escenas de la Pasión, textos de las bienaventuranzas referidos también a la humildad de Jesús, contribuyéndose así a buscar ese toque de clasicismo y elegancia que se desea conseguir.

Las cuatro maniguetas van tornadas en redondo recordando así a las del paso actual del Santísimo Cristo del Desamparo y Abandono y sus cuerpos centrales irán tapizados en terciopelo morado bordado. El terciopelo de las maniguetas llevará el mismo color que los faldones del paso, para el que se propone igualmente el morado. Los faldones van bordados en hilo de oro representándose en ellos el mismo dibujo del techo del palio de Nuestra Señora de los Dolores.

En definitiva, a la hora de realizar este proyecto, el autor manifiesta haber tenido muy en cuenta la necesidad de que los tres pasos de la Cofradía guarden una misma conexión estética de forma que así creen una armonía conceptual.












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