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viernes, 18 de septiembre de 2015

La Espada de Damocles: Sacando un paso no se gana el Cielo


Es difícil de explicar a un extranjero la razón actual de la erección de una hermandad más allá de la de sacar un paso. Es difícil explicar ciertas situaciones que se dan con cierta frecuencia en las hermandades, y no comprendemos -o no queremos entender-, que nos la estamos jugando seriamente. 

Voy a ser hipócrita, voy a pecar de soberbia adrede, -porque soy el primero que juzga- pero a veces pecamos de juzgar más allá de lo que podemos. Por desgracia, el tiempo hará arrojar de mis manos las piedras con las que ajusticio, según mi criterio, lo que veo incorrecto, pero al menos soy capaz de asumir mi pecado y tenerlo como propio. Una hermandad no se puede señalar por despreciar a sus hermanos, sus opiniones, y a veces, abusamos del uso de la censura. Nos creemos con derecho a imponer ideas, desprestigiando lo ajeno, nos llenamos la boca con la palabra hermano, cuando poco tenemos de esa condición. Nos creemos buenos cristianos y cumplidores de nuestra misión en las hermandades, cuando somos los primeros que olvidamos el criterio primigenio: adorar a Cristo encarnado en la eucaristía.

No hay salvación fuera de Dios, no ganamos puntos por más costales o por más velas que hayamos colocado, al contrario, mientras más conocimiento de Dios se tiene, más hechos se nos exige, porque nuestro desinterés por conocer al Dios que paseamos en nuestras parihuelas, nos hace olvidar, de forma casi innata, la parábola de los talentos. A quien más se le dio, más se le arrebató. Creemos que el pecado conoce de sexualidad, pues no. Lo mismo peca un hombre con un hombre, que un hombre con una mujer, si el acto está fuera de la intención de continuar su estirpe. Así que no vengan con lo políticamente correcto y social, porque también es políticamente incorrecto adorar más a la madera que al que colgó del madero. 

Si Cristo nos viera, si fuéramos capaces de mirar más con la misericordia y menos con el ojo que cobija la viga… otra realidad nos contemplaría. Si nos diéramos cuenta de que Dios Juzga por el amor, y no por los proyectos de una candidatura. Si comprendiéramos que no sirve de nada el número de pasos que calcemos con nuestras vértebras, sino la fe con la que acatemos las normas de ese que está en la eucaristía… Vergüenza me da esa gente que dice ser cofrade y cristiano cuando con sus actos nos deja en evidencia haciendo creer que todos somos de su mismo pensamiento. Vergüenza me da aquellos que con sus medallas al cuello no hacen más que corroborar su hipocresía, su dogmatismo y su necedad. Convirtiendo esa noble insignia en una prueba de que al menos, comparte el mismo Dios, aunque sea con distintos criterios. 

No desprestigiemos las hermandades más de lo que ya lo hacemos, recordemos que la condición, no condiciona ni la fe, ni el corazón, y tengamos temor de Dios, porque algunos por sus palabras se autocondenan como dictadores de la razón. Y es que olvidamos que por sacar un paso, uno no se gana el cielo. 


Antonio Maya Velázquez






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