Suspira el querubín con un báculo en la mano mientras lo acaricia pensando en dar un golpe de autoridad en alguna hermandad de barrio donde, gritando cierra España, algún hermano mayor pasó de ser trapecista en la cuerda floja a querer convertirse en domador de leones.
Suspiros alados por los leones que rugen menos y que puede que los cambien cuando la Semana Santa toque a arrebato por otros que afinan más y apuestan por la juventud y si no quieren por alguien al que le presenten.
Suspira el Ángel por el hermano mayor total que hace y deshace bandas, capataces y todo el que se ponga delante porque las cofradías hay que mamarlas desde chico como un suspiro de barrio.
Joaquín de Sierra i Fabra
Recordatorio El Suspiro del Ángel: Serpientes y alfileres