El sábado pasado tuve la oportunidad de escuchar a la Agrupación Musical
Santa María Magdalena de Arahal por primera vez en directo. El sonido de las flautas y los xilófonos me resultó verdaderamente celestial, un deleite para los oídos siendo utilizados en el momento idóneo y dotando de más sentido si cabe a las composiciones musicales. Está uno tentado a
hablar sobre aquello de los sones clásicos y de lo añejo, pero lo cierto es que
mi juventud impide que la expresión “las marchas de toda la vida” tenga
demasiada fuerza en mi caso. Pero es cierto que marchas como Salud de San Bernardo,
Pescador de Hombres o Pasa la Virgen del Refugio son obras que han sonado durante
décadas tras pasos de misterio. Incluso otras de más reciente composición como
Dios de Esperanza o Azucena de Sevilla tienen algo que permite diferenciarlas
de otras. No todo lo antiguo es bueno, ni todo lo moderno es nuevo, claro está.
Sin embargo, sí que he de confesar que este tipo de marchas poseen un
componente que posibilita la oración, algo que me atrevería a catalogar como el
equivalente musical a la unción sagrada en la imaginería religiosa. Son
composiciones que permiten el encuentro con la divinidad, alejándose del
lucimiento del músico, que se limita a servir de colchón musical en el
encuentro del cristiano con Dios en la calle. Sinceramente, y a pesar de ir la mayoría de tiempo abriendo cortejo, la música de la
Agrupación de Arahal permitía ser más escuchada que aplaudida, más íntima –a pesar
de la potencia- que de cara al público. En definitiva, más apta para acompañar
a un paso de misterio que otras que se pueden escuchar por ahí.
Por otro lado, aunque directamente relacionado con lo anterior, me llevé
una alegría al escuchar por primera vez, esta vez por vídeo, a la Banda de
Cornetas y Tambores de la Merced de Huelva. Se estrenaba acompañando a la
Hermandad del Amor de Jerez de la Frontera en su salida extraordinaria por el
75 Aniversario. Fue una grata sorpresa escuchar cómo una formación musical de
nueva creación apuesta por el más puro estilo de cornetas y tambores, el de
verdad, el que encierra la esencia que ideara Alberto Escámez para la Banda de
los Bomberos de Málaga, e interpretándolo con gran calidad interpretativa. Marchas
como Cristo del Amor, Soledad de San Pablo o La Expiración deberían ser eternas
e indispensables en todos y cada uno de los repertorios de las bandas de
cornetas y tambores.
En definitiva, considero que las bandas de Semana Santa deberían ser
plenamente conscientes de la trayectoria del mundo musical cofrade, de dónde
venimos para saber hacia donde vamos. Es posible que muchas formaciones hayan
pedido el norte, componiendo para el lucimiento del músico en lugar del de la
imagen sagrada que llevan delante. Repito, ello no significa que haya que
despreciar toda marcha de nueva composición, ni renegar de la evolución musical
anclándose en el pasado, pero sí tener siempre presente cómo se componía música
procesional hace veinte, treinta o cuarenta años antes de incluir cualquier
marcha en el repertorio con solos interminables de cornetas y floreados al extremo.
Para concluir, quiero acordarme de un tweet que leí hace unos días, y que decía
algo así como que cada vez hay menos “Cristo” “Dios”, “Virgen” o “María” en los
títulos de las marchas de procesionales, y más nombres que poco o nada tienen
que ver con lo cristiano, por lo que se olvida a pasos agigantados para quién y
para qué se compone música procesional. Muy gráfico y muy ilustrativo de lo que
llevo tratando de decir durante todo el artículo. Que viva lo añejo…