Ha llegado de nuevo, casi sin avisar, camuflado como acostumbra entre la Navidad y la Epifanía y toda la artificial parafernalia que se empecina sistemáticamente en centrarse en lo accesorio y penalizar lo sustancial. Parece que fue ayer mismo cuando la guitarra de Juan Serrano marcó la frontera imaginaria y generalmente aceptada que daba origen a 2015 y nuevamente nos encontramos en la cuenta atrás que culminará en apenas unas horas, enumerando cuartos, rasgueos o campanadas, con permiso de Canal Sur, para dar la bienvenida al recién nacido año nuevo.
Cuando se alcanza esta fecha, resulta inevitable para el común de los mortales realizar la clásica e inservible lista de propósitos de enmienda y de retos imposibles para el año que comienza… regresar al gimnasio, aprender un idioma extranjero (a veces sin terminar de dominar el propio), dejar el tabaco o alguna que otra droga de características similares o no… promesas que rara vez se materializan y que en el mejor de los casos, ocupa un lugar de privilegio en el baúl de los proyectos a medio comenzar que todos tenemos escondido en algún rincón de nuestra memoria.
De hacer propósito de enmienda probablemente quisiera tener la determinación de que cada miércoles, El Cirineo glosara las bondades de nuestro universo cofrade… y con total seguridad en poco más de dos semanas la promesa también caería en saco roto. Y es que me van a perdonar, tal vez sea por un pesimismo enfermizo o un realismo especialmente desarrollado, pero cada vez que me siento frente a la pantalla en blanco, me resulta prácticamente imposible observar lo que nos rodea y hablar en positivo. Ya se lo que me van a decir, ¿precisamente esta semana en que las cofradías se están retratando donando parte de sus ingresos a la fundación Bangassou, una de las últimos elegidos por nuestro desgobierno municipal para atacar a todoloquehuelaaincienso?. Observando en silencio, desde la distancia, y aguardando el momento oportuno para anunciar en qué consistirá el proyecto que Gente de Paz pondrá en marcha al respecto, que lo hará, no hay prisa en ello, he de reconocer que me parece extraordinariamente admirable la iniciativa de las hermandades que se han pronunciado, evitando cualquier afán de protagonismo o egocentrismo por parte de sus dirigentes, que en ningún momento han querido aparecer en la foto ni en los foros como promotores de nada y han huido de loas, incienso y pétalos de rosa, dando el primer paso para ayudar, con el dinero de todos los hermanos de sus respectivas corporaciones, a una de las entidades que más hacen por quienes más lo necesitan, y lo digo desde el convencimiento de que esta será sólo la primera piedra de un proyecto global para auxiliar al resto de asociaciones damnificadas por nuestros sectarios dirigentes locales, a esas otras entidades que también van a precisar la ayuda de todos.
Pero más allá de los brotes verdes de esta última semana, resulta extremadamente difícil hacer poesía en los tiempos que corren. Si se repasan mentalmente los últimos acontecimientos desarrollados en nuestras casas de hermandad o en sus cercanías, hablar en positivo se convierte en una empresa de una complejidad descomunal, hermandades que continúan siendo controladas por tiranos y lacayos, hermanos expulsados con deshonor, menospreciados e insultados, cuentas oscuras, a veces muy oscuras, presuntos consiliarios que ni conocen el nombre de los Titulares de las hermandades de las que deberían ser guías espirituales, no digamos ya a sus hermanos, párrocos incapaces de convocar a más de una veintena de feligreses en su parroquia y que se permiten el lujo de decidir si una hermandad debe ser gobernada democráticamente o a dedo, personajillos que convocan manifestaciones como si una hermandad fuese un sindicato, hermanos mayores encantados de haberse conocido que amenazan puerilmente con vetar a fotógrafos en represalia por un artículo desfavorable, cofrades permanentemente de rodillas frente a los poderes fácticos a cambio de unas miserables migajas, egoístas incapaces de ceder ni un milímetro para alcanzar un sueño común, capataces que zancadillean sin rubor alguno a sus amigos de toda la vida por acariciar un triste martillo, compositores de medio pelo con complejo de genio renacentista sin haber empatado con nadie, que están convencidos de poder mirar por encima del hombro al resto de los mortales, intentando ridiculizar y mancillar a quienes piensan de manera diferente, periodistas de carnet que anteponen una noticia a dañar el interés común, dirigentes que intentan mediatizar a los transmisores de información con el manido truco de “te lo cuento porque "somos amigos"... pero no lo publiques” o “lo que has publicado no es del todo cierto y yo también tengo mi versión, la verdadera, la que no te voy a contar para no echar más leña al fuego”, y hasta un pastor que hiere con sus impresentables palabras a buena parte de su rebaño. Todas estas y muchas más, podríamos seguir casi hasta el infinito, han sido algunas de las perlas que han jalonado este año 2015 que afortunadamente está a punto de expirar y como comprenderán si la perspectiva es continuar anclados en esta podredumbre, que un opinador realice el firme propósito de narrar exclusivamente en positivo, no iría más allá de una buena intención sin más probabilidad de cumplimiento que las promesas de un político.
Claro que existen flores en este desierto en el que habitamos, hermandades que son ejemplo para todos con su esfuerzo, su solidaridad, su buen hacer y su evolución, dirigentes que anteponen los intereses de las corporaciones a las que representan al ego que a algunos nos les permite conciliar el sueño, cofrades valientes que se visten por los pies llamando a lo blanco blanco y a lo negro negro en un mundo lleno de cobardes incapaces de repetir a la cara lo que pregonan en la barra de un bar o en un grupo de whatsapp, jóvenes que ocupan su tiempo libre en ayudar al necesitado o en aportar su granito de arena para el crecimiento de nuestra Semana Santa con un costal bajo el brazo, un cirio o una corneta, o sacerdotes que realizan una maravillosa labor por el bien común siendo faro para las hermandades a las se deben. Existen, ¿qué duda cabe?, pero lamentablemente son un mirlo blanco en una bandada de cuervos, que permiten que ocasionalmente quienes opinamos sobre cofradías podamos destacar su encomiable labor, es cierto, pero que tristemente su esfuerzo impagable queda frecuentemente empañado por la necedad de muchos otros. O tal vez es que realmente es más sencillo escribir sobre el desamor que sobre el amor, como dicen muchos poetas. Sea como fuere, es una evidencia que, en lo que a cofradías se refiere, corren malos tiempos para la lírica, como cantaban Golpes Bajos allá por 1983. ¡Qué poquito hemos evolucionado desde entonces!.
Ojalá Juan Serrano y su imperecedera guitarra nos traiga una profunda metamorfosis en el universo cofrade que nos ha tocado en suerte, ojalá los mirlos blancos se reproduzcan sin descanso y vayan ocupando el lugar en el que hoy por hoy gobiernan los cuervos, ojalá el futuro tenga más sentido que el presente y la basura termine donde debe y no donde quiere. Mientras tanto los contadores de historias tendremos que conformarnos con continuar caminando por el mismo sendero de sueños que hasta ahora, transmitiendo lo que ocurre a nuestro alrededor objetivamente y opinando sobre ello subjetivamente, le pese a quien le pese y albergando, en lo más profundo de nuestras almas, la secreta e irrenunciable esperanza de que algún día regrese la primavera…
¡Feliz año nuevo!
Guillermo Rodríguez