Marcos Fernán Caballero. La plaza de la Trinidad abarrotada de gente en busca de un atisbo de luz. La luz que consigo trae el Nazareno de la Trinidad, que tendió su mano misericordiosa a su pueblo, a quien perdona por todas sus faltas. Exhornado de forma innovadora en tonos rosas, la Santa Faz abandonó la parroquia de San Juan y Todos los Santos por vez primera por la puerta principal del templo. Tras Él, siempre hermosa, siempre Lirio trinitario delicado, la Virgen de la Trinidad caminó alegre siguiendo los pasos del Hijo de Dios hasta perderse, por la calle Tesoro, en para hacer Estación de Penitencia en la Santa Iglesia Catedral.
Martes Santo de contrastes. De la alegría trinitaria a la tristeza en la plaza de San Rafael. En el templo del Custodio de la ciudad el impresionante Cristo de la Sábana Santa quedó recogida la Cofradia que decidió no realizar su Estacion de Penitencia. Luto por la muerte del Señor en el segundo paso de la Cofradía. La profecía de Simeón se cumplió: Y una espada atravesará tu alma... puñal de dolor que en su mano porta la Virgen de la Presentación que, bellísima, aguardó su salida para otro año.
Una banda de cornetas y tambores rompió con sus sones sobresalientes la calle de la Feria para anunciarnos que Jesús está miraba al cielo agonizante clavado en el madero. Es la banda de Nuestra Señora de la Salud, advocación de otra Dolorosa salida de la gubia de González Jurado que espera acompañar a su hijo por vez primera en el Naranjo. Camina poderoso el bello paso que este año se ha presentado a Córdoba totalmente concluido.
La Hermandad decana del Martes Santo está empeñada en mostrarse como una Cofradía con mayúsculas en su estación de penitencia anual. Y a fe que lo está consiguiendo. Los avances mostrados el pasado año se están viendo seriamente consolidados en el presente 2016. Enorme el caminar del primero de los pasos que magistralmente conduce Horacio de la Rosa: otro de los grandes capataces de nuestra Semana Santa. La Virgen de la Piedad inunda con la alegría de su paso de palio el patio de los Naranjos donde la Hermandad salesiana ha realizado su Estación de Penitencia. Los ángeles que aguantan el peso de sus candelabros de cola parecen querer retenerla más tiempo en el primer templo de la ciudad, pero el palio azul marino acaba por perderse por la puerta de Santa Catalina.
Nazarenos de túnica de cola llegan a la Puerta del Perdón dejando Deanes para hacerse presentes a los pies del campanario de la Catedral. Llegó el Nazareno de San Andrés con un caminar elegante a la par que sereno, ayudado por el Cirineo. Y tras él surgió el ascua de la Virgen de la Caridad: 25 años ya deleitándonos con sus finísimas facciones morenas. Y parece que fue ayer cuando por primera vez te contemplamos a los sones de La Madrugá...
En la Plaza de Capuchinos Jesús de la Sangre se detiene ante el Cristo de los Desagravios y Misericordia. Túnica blanca, porque la Cofradía cisterciense así lo ha querido en el año de la Misericordia. Jesús también perdona la cobardía de Pilato, que tras Él ofrece la alternativa al pueblo de elegir entre Barrabás y Jesús. El miedo de Pilato, que a veces nos invade a todos en nuestras vidas se diluye ante la mirada de la Reina de los Ángeles, a la que ya echamos de menos, aunque acaba de dejarnos tras el cancel de Capuchinos. ¡Cuánto nos gustaría, Madre, acompañarte como lo hace Juan para tenerte siempre tan cerca!
Afortunadamente la lluvia fue la que, a Dios gracias, no hizo acto de presencia en este Martes Santo de Córdoba. El cielo solamente lloró en las horas previas a las Estaciones de Penitencia por todos los fallecidos como consecuencia de la barbarie de aquellos que sesgan vidas en nombre de Dios y de los tristes políticos que, en este país tan difícil de entender, que, con su COBARDÍSIMA TIBIEZA, se esconden y no condenan tales atrocidades. Perdona a todos ellos, Señor, porque no saben lo que hacen.
Recordatorio La Crónica: La luna fue testigo