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lunes, 25 de abril de 2016

Candelabro de cola: ¿Por qué seguir hacia delante?


Hace no mucho tiempo uno de los compañeros de opinión de GdP planteaba en su sección si valía la pena -o no- continuar esforzándose para intentar mejorar nuestra Semana Santa desde este medio. Francamente les mentiría a todos ustedes si les dijera que nunca he tenido la sensación de estar predicando en el desierto, desperdiciando al módico precio de 0,00 €/mes más IVA mi escaso tiempo libre. Y no pocas veces, el día previo a la subida de esta sección a la web, desquiciado tras buscar en balde algún tema que tratar, he estado tentado de abandonar mi colaboración.

Pero he aquí que unos meses atrás una amiga me vino a comentar lo indignados que en cierta junta de gobierno se encontraban unos conocidos de ambos tras una crítica recibida por parte de uno de los integrantes de GdP. Como esta ciudad es realmente pequeña, apenas unos días después coincidí con el propio hermano mayor de la Cofradía criticada y el tema salió, como no podía ser de otro modo, a colación con el ya clásico: "Vaya tela lo que han dicho de nosotros en Gente de Paz". La réplica que di fue la que ya también se ha convertido en un clásico por mi parte: "¿Han mentido en lo que dicen? Porque si lo han hecho no tienes más que mandar una contestación desmintiendo lo publicado y ellos se retractarán e incluso publicarán tu mensaje íntegro". Y ahí uno ve cómo el palomo deja de sacar pecho y calma su ímpetu. Luego ya saben: "No, hombre, no es para tanto, pero tú entiende..." Qué tengo que entender, me pregunto yo. Supongo que después de la condinga inicial que suele experimentar cualquier criticado, el problema está en que, a la hora de reflexionar pausadamente, el sujeto, en su fuero interno puede llegar a la conclusión de que el motivo de su enojo difícilmente encontrará una base sólida. Cualquier acto del que detenta y ejerce un poder es criticable (por lo menos mientras no gobierne Podemos, Dios no lo tolere) y, por más que uno se empeñe, todo lo que uno hace no obtiene un consenso unánime de aprobación. Es más, muchas veces algunos dirigentes cofrades serán perfectamente conscientes de que la crítica sufrida no solamente es pertinente sino que, además es coincidente con su propia opinión: esa que se piensa pero no se dice...

GdP no es ningún salsa rosa, mal que le pese a algunos que mezclan pipas con mantillas (que deberían hacérselo mirar) o a algún que otro erudito profesional bastante flojito en el cometido de sus labores informativas cofrades (inexplicablemente remuneradas). GdP ha sido una revolución en una ciudad en la que casi todos los dirigentes cofrades estaban hechos a que los medios tradicionales los sacaran inmaculados en sus exiguas publicaciones (salvo rara avis) y les dijeran, independientemente de sus actos, que eran casi perfectos. Pero ya se sabe: es más fácil engañar a alguien que hacerle ver que ha sido engañado. Y ahí es donde entra GdP, convencida desde su nacimiento en que, con la dinámica habitual de los medios tradicionales de información cofrade, era imposible avanzar. Y GdP, le pese a quien le pese, está contribuyendo a que muchas cosas cambien a mejor, aunque en ocasiones nosotros mismos tengamos la impresión de que todo sucede de forma más lenta que como nos gustaría. Aunque quizá eso tampoco sea malo del todo.

Por todo esto, que no es poco, creo que merece la pena seguir.

Marcos Fernán Caballero









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