Este 2016, está poniendo a prueba la Fe y la devoción de muchos romeros. Atrás quedó la fiesta, la algarabía, el calor y la parte menos mística de ese camino, repleto de famosos y famosillos, de personajes y personajillos que han dado una injusta fama a lo que es el verdadero sentido del mismo.
Siempre llega el tiempo de recolocar las cosas en su lugar, siempre llega el momento de redescubrir el verdadero sentido de estas, y es que la alegría y el folclore, no están reñidos con la devoción, con el sacrificio, con el compañerismo, pero si enturbian de alguna manera una devoción que va más allá de la fiesta. Una devoción que lleva a los romeros a vestir sus trajes de campo, de flamenca, de rociera, igual que el nazareno viste su túnica. Devoción que invita al cante, a la convivencia en armonía y hermandad, mientras caminan junto al simpecado.
Es verdad que en el camino se bebe, se ríe, se baila, pero también se reza, se pide, se reflexiona y se medita.
Este año además se sufre, se padece, cual chicotá dura. Y los romeros al igual que los buenos costaleros, y que las buenas cuadrillas, por mucho que caiga, por mucho que apriete, nunca la dejarán sola, siempre caminarán de frente, paso a paso. Y mientras el aliento del penitente lleve una oración en sus labios, la virtud del sacrificio llegara directa al cielo.
Este año queridos hermanos, vuestro éxito será mayor, vuestras experiencias, esfuerzos y sacrificios llenarán vuestras vidas, quedarán impresos en lo más hondo del corazón, en el rincón de los sentimientos más íntimos, más profundos. Este año, cuando culminéis el camino, cuando lleguéis a las puertas del Rocío, a ese rincón de Fe y devoción, estaréis llegando a las puertas del cielo. Cuando cantéis la salve y deis gracias mientras las lágrimas inundan vuestros ojos y un escalofrío recorra vuestro cuerpo, entonces, seréis conscientes de vuestra Fe, devoción y sentimiento, y en la madrugada de Pentecostés Ella bajará del cielo, para hacerse imagen y reconfortar al pueblo.
Manuel Orozco
Recordatorio De trama simple: La Agonía, un pie en el pasado, otro en el futuro y las dos manos en el presente