Las últimas semanas están siendo particularmente intensas en lo que a fichajes y renovaciones se refiere. Rumores, ofertas, ofrecimientos... no, no les estoy hablando de fútbol sino de ese otro mercado persa en que algunos han convertido la contratación de bandas, con dirigentes regateando como si estuviesen en un mercadillo o directores ofreciéndose al mejor postor o los cambios de capataces por parte de las diversas hermandades, que parecen haberse lanzado en los últimos tiempos a una carrera frenética para ver quién logra la sorpresa más gorda.
Ahí tienen lo del Huerto, recuperando a la banda a la que le enseñaron la puerta de la calle antes de ayer por cambiar a un estilo musical que ahora resulta que no les gusta. O a las Penas de Santiago, que sufrió toda una campaña electoral con algunos esgrimiendo la bandera de León a diestra y a siniestra para luego cambiar de opinión a las primeras de cambio, después de haberles dejado tocar un solitario Domingo de Ramos. O el caso de la Paz (he escrito caos trastocando sin querer las dos últimas letras y a punto he estado de dejarlo así), que parecía haber encontrado la banda perfecta para un palio que requiere de un tipo de banda muy peculiar, (espero que eso lo tengan en cuenta los nuevos gurús capuchinos, esos que creen haber descubierto la rueda en un mundo en el que lleva siglos todo inventado), y de repente prescinden de ella. Por no hablarles del sorpresón de la Santa Faz, que ha fichado a Guardiola o a Mourinho, ya deciden ustedes qué símil utilizan, para sustituir a un capataz profundamente comprometido con la cofradía y que estaba haciendo un trabajo excelente. ¿Recuerdan lo que le ocurrió a Florentino Pérez cuando echó a Del Bosque? Pues no lo olviden.
A estas alturas imagino que les habrán quedado claras dos cosas. Una, me gusta el fútbol, sin locuras pero me gusta, y otra, no soy para nada amiga de los cambios a lo loco. Y la cosa es que muchas veces me entran serias dudas de que algunos de estos cambios se hayan hecho así, a lo loco. Porque algunas hermandades ya son reincidentes. La Paz por ejemplo, cuyos dirigentes durante años hicieron lo posible porque la forma de andar del palio siguiese un modelo basado en la elegancia llevado en mi opinión al extremo, olvidando en ocasiones su alegría característica, influyendo incluso, según cuentan, en su equipo de capataces para que el caminar fuese en exceso comedido, y que luego utilizan precisamente este argumento para echar al capataz de toda la vida justificándose en que pretenden que la Virgen vaya más alegre, tócate la nariz. O el detallito de cambiar de agrupación a cornetas después de media vida porque "molan mucho" y están de moda.
De cualquier modo, y sin entrar en valoraciones técnicas, que se me escapan, sobre todo en el asunto capataces, lo que si me parece preocupante es que se publique un comunicado indicando que se prescinde de una banda y no haya otro prácticamente inmediato anunciando cuál es la sustituta. El ejemplo de cómo se deben hacer las cosas lo tienen con la Hermandad de las Siete Palabras de Sevilla, que a ver si copiamos lo bueno en lugar de las tonterías. Se hace público que dejan de contar con la banda de Nuestra Señora del Águila de Alcalá de Guadaira después de diez años, y a los pocos minutos anuncian que la nueva banda que acompañará a su dolorosa será la Banda de Música Nuestra Señora del Carmen de Villalba del Alcor. Así se hacen las cosas.
Publicar que se prescinde de una banda un miércoles y estar a sábado y no haber dicho ni mú sobre la sustituta, demuestra una torpeza descomunal por parte de los dirigentes de una cofradía, salvo que la decisión ya estuviera tomada y se estuviese engañando a la opinión pública y lo que es mucho peor a sus propios hermanos, cosa que parece no ajustarse a la realidad. Porque se dice que no se cuenta con la banda "A" cuando ya se tiene atada a la banda "B". En caso contrario lo único que se logra es que se encarezca el producto, el decir el caché de la nueva. Si se tiene una en el saco se puede pedir precio sin agobio de ningún tipo. Ahora la hermandad tiene la presión de lograr una banda al precio que sea y lo más rápido que se pueda, porque esa es otra, si se pretende cambiar de banda no se hace en junio sino después de Semana Santa, con un año entero para tener una buena alternativa, o al menos se trabaja en ello, cosa que no parece haber ocurrido en este caso porque si no, ambos anuncios hubiesen sido correlativos, amén de que no estarían pidiendo precios este mismo jueves. La única explicación a hacer las cosas tan mal sería que hubiera sido la propia banda y no la hermandad la que hubiese decidido romper la vinculación, por tener un contrato a su jucio mejor o por la razón que fuere, pero si nos ajustamos al comunicado de la hermandad no parece haber sido así y no tenemos razones para pensar que no nos han dicho la verdad... En todo esto lo han hecho mucho mejor en Santiago, que tenían clarísimo lo que iban a hacer y cuál iba a ser la nueva banda hace mucho pero que mucho tiempo... ya lo dijo Gente de Paz en Febrero.
En un mundo en el que todo se ha profesionalizado, no es de recibo que se den este tipo de bandazos, este tipo de espectáculos. Hay que ser más serios y tener una planificación más rigurosa. No se trata de dirigir la hermandad como una empresa, no hay que llegar a tanto, pero tampoco como un club de amiguetes que es para lo que algunos parecen estar preparados. Y ojo con las sustituciones. Guste o no guste que Carlos Lara deje de ser el capataz de la Santa Faz, es incuestionable que quien se va a hacer cargo del llamador de la Trinidad tiene una calidad contrastada. El tiempo dirá si la banda que sustituya a Pilas tiene la categoría que exige un palio como el de la Paz, y lo digo con todo respeto a algunas de las bandas que han sonado para ocupar su puesto, pero lo que es, es. Porque luego llegarán los palos y a los de siempre no les gustará. Por cierto, por si no me han leído más arriba, hay una muy buena banda libre por Alcalá de Guadaira... igual están a tiempo... total son unos kilómetros...
Sonia Moreno