¿Usted, en caso de tener una empresa, esponsorizaría esta sección semanal a un módico precio o, tal vez, usaría una imagen genérica de un cubrerrostro y un cirio en Cuaresma para que relacionen su marca con las tradiciones, digamos cordobesas? Puede que yo optase por lo segundo, entre otras cosas, porque es más barato. Los carteles te los pueden hacer a módico precio mil imprentas y diseñártelos cualquier becario en prácticas, capaz de "escribirte" el eslogan que le pidas, ya sea incluso copiado ad literem.
Lo que no pondría en su cartel publicitario es una imagen de la carrera oficial con el Caballo ni otra en la Puerta del Puente, al menos con sillas y palcos. No hay estética en lo uno ni tradición en lo otro (esto último no es de cosecha personal, sino palabra de un hermano mayor). Así que para qué perder el tiempo en zarandajas y no aprovecharlo en una buena imagen de marca para Semana Santa, Cruces, Patios, Feria y olé.
Así de triste es Córdoba a veces. Desesperante en actitudes que, cuando todo está tan cerca, se deja al sol para que la pizza (supongo que saben lo que alegoriza) malee sus ingredientes a la soflama de julio. Y cuando llega el hambriento cliente que la encargó, la aparta porque huele raro e intuye una crisis estomacal venidera en caso de que la ingiera.
Es entonces cuando comienza la discusión con el repartidor y entre los miembros del hogar que pidió la pizza. Los abuelos apuestan por quedársela sin protestar y comérsela y que sea lo que Dios quiera. Los padres por pagarla, poner una reclamación y tirarla a la basura. Los hijos, entre tanto, discuten con el repartidor y le hacen su propia propuesta para que traígan otra que sea comestible ¿Saben en qué quedó la trifulca? Yo aun no.
Blas J. Muñoz