Suspira el querubín, sobrevolando las selvas del Orinoco, por quienes llevan semanas buscando una causa con sandalias terciarias, para tapar la boca exiliada de quienes dicen que no hay más causa que grabar nombres en placas y en pies de fotos, ni misiones ni coronas ni gaitas.
Suspira avergonzado porque hay quien aprovecha que el río está revuelto para obtener las ganancias que fue incapaz de ir a pescar cuando tocaba, porque la mar abierta le marea y porque es más fácil medrar en la sombra que dar la cara y poner el pecho.
Suspira el ángel porque la educación se aprende de chiquito y la callada por respuesta evidencia que hay quien debería cambiar la vara dorada por un libro de buenas maneras. Si a una pregunta incómoda, no se desea dar respuesta, lo educado es excusarse no limitarse a callar. Suspira convencido de que un cargo no convierte en caballero al garrulo.
Joaquín de Sierra i Fabra