Raquel Medina. Son muchos los rocieros los que desean estar cerca de la Reina Marismeña cuando llegue la hora del último adiós, por ello el Ayuntamiento de Almonteño se vio obligado a prohibir que se esparcieran las cenizas de los difuntos en las marismas o en las calles de la aldea, aunque habilitó un lugar para realizar esta práctica, previo permiso.
Ahora es la Iglesia la que prohíbe esparcir las cenizas de los seres queridos o guardarlas en casas particulares. Dice que los restos de las personas deben descansar en lugares sagrados.
Por este motivo y, parece que adelantándose a la Iglesia, el Consistorio almonteño proyectó la construcción de un columbario en la aldea marismeña que tendría que haber visto la luz años atrás, pero cuya ejecución se vio afectada por la variante. No obstante, se ha revisado el proyecto y se ha dado luz verde a su construcción en el barrio de las gallinas con la imagen propia de una casa de hermandad.
8000 urnas son las que podrán acoger el edificio con unas tarifas que ya se han dado a conocer por la empresa, habiendo una especial para almonteños y hermanos de las filiales y las personas que no lo son.