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lunes, 31 de octubre de 2016

Enfoque: El Señor que merece un paso


Marcos Fernán Caballero. En esta ciudad nuestra hay que tener suerte hasta para ser Titular de una Hermandad. Que se lo pregunten, por ejemplo, a alguna que otra talla a la cual le aparecen nuevas lágrimas en el rostro cada vez que su vestidor se le acerca para realizar su cometido con perversas intenciones y peor gusto (que ya hay que ponerle empeño). 

Clavada como una daga en mi memoria tengo aún el recuerdo de contemplar, en el centro de la ciudad, a una de nuestras bellas Dolorosas ataviada con una saya con flores de mil colores que a uno le hace pensar que vestidor y Junta de Gobierno debieron ser denunciados por la Organización Internacional del Trabajo (los primeros por indecentes y los segundos por consentir atrocidades de semejante magnitud y, quién sabe, posiblemente incluso por su probable condición de cabezas pensantes). 

Otra clara muestra la encontramos en la Hermandad regida por ¿entendidos? del arte que procesionan –de forma difícilmente comprensible- dos magníficas Imágenes en pasos claramente inspirados en el neo renacimiento sueco de IKEA del siglo XXI (y quizá también en el remordimiento español), acompañados, para más inri, por un extraño y exiguo cortejo de individuos ataviados como el mismísimo Darth Vader… y encima algunos que se las dan de cultos y místicos van y les ríen la gracia a las cabezas pensantes de semejante... (lo siento, el Cirineo me vetó la palabra que completaba esta oración).

Incluso en la jornada de nuestra Semana Mayor en la que procesionan los Titulares de mayor solera y antigüedad son excepción las Cofradías que, a mi juicio, saben estar a la altura de sus maravillosas Sagradas Imágenes. Ojalá a alguien con poder de decisión en esta ciudad le hicieran algún día conexión unas cuantas neuronas y se pusieran pie en pared a algunos despropósitos que año tras año tenemos que soportar.

Pero a lo que uno iba. Hace aproximadamente año y medio (hagan memoria), se celebraron en la Trinidad unos Cultos que conjuntamente celebraron las Hermandades de la Parroquia. Fue de agradecer la magnífica instantánea que las Hermandades del Vía Crucis, Santa Faz y Perdón nos regalaron entonces y es importante hacer público el reconocimiento a un trabajo tan bien hecho (como la ocasión en sí merecía, dicho sea de paso). 

Y viendo al Santísimo Cristo de la Salud presidiendo el centro del altar de San Juan y Todos los Santos la reflexión fue inmediata: ¡El Señor se merece un paso! Uno, que ha visto al Vía Crucis procesionar a hombros de tres hermanos elegidos por sorteo desde sus primeras Estaciones de Penitencia, lo tiene muy claro. Y conste que yo debo ser de esos pocos cofrades de los que no ha censurado nunca a esta Hermandad por su forma de ponerse en la calle: a fin de cuentas el Vía Crucis saca nazarenos y no clones de Darth Vader –en elevada cuantía para lo que es esta ciudad enferma crónica de capirofobia, doble mérito si consideramos que es de las de negro-, tiene un cortejo de insignias notable, un Titular antiguo y de mérito artístico y, lo que es importante, personalidad propia (sin caer en excentricidades). 

Pero, ¿qué quieren que les diga? Ver al Crucificado de la Trinidad en un altar me llevó automáticamente a pensar que si el mismo hiciera su Estación de Penitencia en un altar de similar hermosura movido por costaleros la Hermandad y nuestra Semana Santa saldrían ganando. Puestos a soñar…





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