¿Qué pasa allí? ¿Qué pasa para que haya tantos mensajes subliminales en las redes sociales de las que todos huyen y a los que todos acuden para decir las cosas? Qué sorpresa cuando el día en el que se celebra la Festividad de Nuestra Señora del Rosario muchos hermanos de una gran Hermandad de nuestra ciudad, y a la que me une un gran cariño, escriben mensajes dando a entender algún tipo de desavenencia.
¡Qué lástima!, y no lo digo por lo que se da a entender, sino porque "a Dios rogando y con el mazo dando". Muchos son los que critican los escritos en los distintos medios de comunicación digitales, sobretodo todo los que se publican en éste, por decir las cosas por su nombre. Sí, es verdad que a cada uno le duele lo suyo, y nadie quiere que su casa esté en boca de todo el mundo, pero primero hay que ser autocrítico, y cuando lo seamos, nos dará igual lo que digan los demás, siempre cuando sea desde el respeto.
La autocrítica es la mejor medicina para este mundo que tanto carece de eso. Estamos enfermos de orgullo, y ya lo dice la Biblia en Salmo 10:4 donde explica que los orgullosos están tan llenos de sí mismos que sus
pensamientos están lejos de Dios o en el Evangelio de San Mateo, donde se nos dice “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos".
Dejémonos de tonterías. Seamos críticos con nosotros mismos. Miremos nuestra paja y luego la viga del ojo ajeno. Así, entre todos, podremos construir algo mejor.
Raquel Medina