Carlos Gómez. "Por la insistencia del Párroco, Clero y Fieles que juntamente con las Preces tu grandeza, a nuestro Capítulo vaticano, para que la Sagrada e insigne efigie de la Madre de Dios goce del privilegio de ser coronada, hemos sabido con alegría que dentro de los límites de tu esclarecida Archidiócesis Hispalense, está la hermosa Iglesia de San Juan de la Palma, en la cual con gran devoción se rinde culto a una antigua imagen de la Madre de Dios, del siglo XVII, bajo la popular advocación de la Bienaventurada Virgen Dolorosa de la Amargura". Así rezaba el rescripto de la Coronación de María Santísima de la Amargura, una de las imágenes marianas que goza de mayor devoción de la Muy Mariana ciudad de Sevilla, y que fuese coronada el 21 de noviembre de 1954 por el Cardenal Segura en la Santa Iglesia Catedral.
Cuentan las crónicas que la dolorosa de San Juan de la Palma, fue trasladada en Rosario de la Aurora a la seis de la mañana del jueves 18 de noviembre a la Santa Iglesia Catedral de Sevilla desde su Sede Canónica, bajo palio y excepcionalmente sin el acompañamiento de San Juan Evangelista. Como no podía ser de otro modo, la Santísima Virgen rindió visita al convento de las Hermanas de la Cruz, madrinas de la Coronación, "donde la comunidad entonó cantos en honor de la Virgen, que entraría en la Puerta de Palos de la Santa Iglesia Catedral sobre las ocho de la mañana".
Entre los días 18 al 20 se celebró un triduo preparatorio que culminó con la "Solemne Misa Pontifical el domingo, 21 de noviembre a las diez y media de la mañana, que estuvo oficiada por el Cardenal Segura, siendo coronada la Santísima Virgen a las seis de la tarde cuando ya se encontraba entronizada en su paso de palio, que se encontraba de espaldas a la puerta de la Concepción.
El cortejo procesional de regreso a la Sede Canónica de la Hermandad, San Juan de la Palma inició su marcha a las ocho de la tarde de ese mismo día concluyendo sobre la una y media de la madrugada, cuando María Santísima de la Amargura entraba en su templo de San Juan de la Palma entre la multitud que la acompañó durante todo su recorrido por las calles de la ciudad de Sevilla".
Sesenta y dos años después, la hermandad que la ama y la venera y todo el pueblo de Sevilla se ha postrado sus plantas para poner de manifiesto la devoción incalculable que profesa a una de las joyas indiscutibles de la Semana Santa de Sevilla, una dolorosa que podría haber sido tallada a finales del siglo XVII y cuya autoría se desconoce, siendo tradicional su atribución a Luisa Roldán.
Entre quienes se han dado cita ante Ella está nuestro compañero Benito Álvarez que ha querido ser testigo de la efemérides dejando como testimonio gráfico este excelente reportaje.
Fotos Benito Álvarez