Esther Mª Ojeda. La década de los años 70, trajo consigo el contexto idóneo para la creación de una nueva hermandad que, años más tarde, pasaría a engrosar el itinerario del Martes Santo cordobés. La iniciativa de un grupo de jóvenes alumnos del colegio de La Salle sumado al contacto establecido con un también joven Fray Ricado de Córdoba supuso la conjunción idónea de la que nacería la Hermandad de la Sangre.
En un primer momento, Fray Ricado se interesó por la imagen de una Gloria a la que el sevillano Antonio Eslava iba a transformar en dolorosa tras haber prescindido del Niño Jesús que hasta entonces había llevado en sus brazos. Una vez finalizado el proceso y después de haber pasado cierto tiempo acogida en el domicilio de Fernando Morillo-Velarde Chiclana, la recién nacida hermandad encontró cobijo en el Monasterio del Císter mediante una ceremonia celebrada el día de la Inmaculada de 1976.
Una vez asentada en dicha sede, la nómina de hermanos comienza a crecer, con lo cual la joven corporación empieza también a interesarse por enriquecer su patrimonio así como por dar otro relevante paso: el del encargo de Nuestro Padre Jesús de la Sangre a Antonio Eslava. A la llegada del Señor, la imagen fue bendecida el día 12 de marzo de 1978 y a partir de ese momento, comenzó una tradición inquebrantable: la del Vía Crucis en la jornada del Viernes de Dolores en la que el titular de la Sangre recorre los aledaños de Capuchinos.
Sin embargo, a pesar de la incorporación del titular cristífero, la cofradía estaba decidida a realizar su primera estación de penitencia con un paso de palio, lo que conduciría a una nueva problemática: la de la postura de la imagen de la Virgen, pues esta se encontraba demasiado erguida resultando por ello inapropiada para procesionar bajo palio. Esto dio lugar a que la hermandad se pusiese en contacto con el imaginero Luis Álvarez Duarte para encargarle la talla de una nueva dolorosa y con ello, la primitiva Reina de los Ángeles sería reconvertida en imagen de Gloria. Una vez alcanzados dichos propósitos, la ahora Reina de los Ángeles en sus Misterios Gozosos era presentada el 8 de diciembre de 1980 en una nueva ceremonia en la que compartía protagonismo con la bendición de la nueva titular de la hermandad, a la que además había que sumar la incondicional compañía de la magnífica imagen de San Juan, también de Álvarez Duarte.
Con un evidente y meteórico progreso, la hermandad del Císter se ponía al fin por primera vez en la calle en el año 1986, una vez más en la significativa fecha del 8 de diciembre, en una procesión realizada con motivo de la conmemoración del X Aniversario Fundacional de la corporación. Una jornada emotiva y precursora de las extraordinarias en la ciudad califal e inmortalizada en algunas de estas instantáneas, en las que como se puede apreciar, ya se mostraba gran parte de su orfebrería así como otros elementos de su patrimonio diseñadas por el propio Fray Ricardo, quien además era director artístico de la hermandad.
No obstante, dentro de esa gran cantidad de días históricos vividos por la cofradía de Capuchinos en sus primeros tiempos en el mundo cofrade, cabe destacar otro de especial relevancia con la que la Hermandad de la Sangre parecía dejar atrás una parte tan vital en sus orígenes como fue el Monasterio del Císter, en el que permaneció, tal y como se aprecia en tan emblemática estampa, hasta 1996. Aquel año, la cofradía de la Sangre cerraba un capítulo fundamental en su historia para afrontar un futuro, ahora ligado al Convento del Santo Ángel y a la inmaculada plaza que el Cristo de los Faroles custodia desde tiempos inmemoriales.