Julia Nieto. Con un dolor desgarrador, María contempla la daga que lleva entre sus manos. Su mente divaga entre las imágenes que se le suceden en su memoria, recordando así el día, en el que el sabio Simeón le predijo que esa espada le traspasaría el alma.
La juventud que en tu rostro se refleja y que la muerte al causarte este sufrimiento parece obviar, no puede pasar desapercibida ante mi mirada y es por eso que hoy te pido que no sufras más, pues ¿Cómo es que una mujer tan niña puede pasar por tanto dolor, sin tan siquiera una queja?
Piensa que tu hijo volverá muy pronto, que a tu lado regresará. ¿Cómo va a dejar a su bella madre sola en el mundo? ¿Cómo va a permitir que por su causa llores sin tan si quiera poderte consolar? Y es que se prepara para presentarte ante Ti en Gloria, para que lo veas y te enorgullezcas de Él una vez más, pues quiere mostrarte que de la muerte nos ha redimido y que como Él, tus hijos no volverán a morir más.
Madre, Reina y Señora, Reina Universitaria porque así te han querido llamar, guía e ilumina a la juventud cristiana para que de Ti aprendamos a saber confiar y a ponernos en las manos de tu Hijo, pues es Él, el único que nos enseña el camino que debemos tomar. Y haz, que por tu oscuro luto este mes de noviembre, las almas puedan salvarse y encuentren en Cristo la calma que su corazón necesita para estar en paz.