"En un mundo lleno de hipócritas, los sinceros somos los malos". Con una foto en la que aparece este texto ilustra una breve disertación en su página de Facebook un hermano. En ningún momento aparece nombre alguno, pero si sé que compartimos muchos sentimientos en estos momentos y es por ello por lo que voy a hacer uso de sus palabras para comenzar y cerrar este artículo de opinión.
Nuestra sociedad, es crítica por naturaleza y durante siglos los cordobeses se han reunido en tertulias alrededor de una copa de vino para disertar libremente de sus congéneres. El cambio existencial entre aquellas tertulias y las actuales, viene de la mano de las redes sociales y de su alta difusión. Las opiniones, comentarios, y mentideros sobre determinados temas son parte del entretenimiento de la sociedad, o de parte de ella y si cerramos el circulo y nos ceñimos al mundo cofrade aquí alcanzan su grado superlativo. El problema principal es que cuando se opina sobre actos, personas, bandas, imágenes, cuadrillas, capataces, etc... todas ellas o algunas vinculadas a nuestra hermandad saltan todas las alertas. Ya no vemos opinión sino agresión, ya que estás, se vierten sobre sentimientos profundos, arraigados y viscerales de cada uno de nosotros. Tanto es así, que no somos capaces de discernir entre crítica, agresión y opinión.
Es claro que cuando una persona adquiere un cargo de carácter público, o cuando decide libremente compartir sentimientos en un medio como este, queda expuesto a que otros, a los cuales ni siquiera conoce, lo juzguen y opinen libremente sobre él. De la misma manera que cualquier articulista o persona opina sobre temas que considera de su interés o del interés general. Todo es natural y habitual hasta este punto, siempre y cuando se haga con un debido respeto, sin mancillar nombre, ni faltar a la persona o a la organización u organizaciones a las que pertenece o a las que representa. El problema viene cuando se considera agresión donde lo que hay es opinión, y cuando se intenta limitar el derecho de libre expresión utilizando recursos propios de dictaduras o de regímenes totalitarios de los cuales nos creíamos libres.
Considero que en la sociedad actual falta valentía para opinar haciéndose responsable de lo que ello implica. Valentía, para no permitir que sean terceros los que trasmitan informaciones, sentimientos, opiniones o amenazas. Valentía, para no esconderse tras rumores, grupos o instituciones y ocultar lo que decimos o pensamos, y por supuesto, no implicar, ni relacionar a estas instituciones en lo que son pensamientos meramente personales. Es por esto, por lo que doy tanta importancia a la firma de mis artículos, pues soy yo quien opina con mayor o menor acierto. Soy consciente de que en GdP se escribe sobre temas delicados, porque todo cofrade que se precie ama a sus titulares, defiende a su hermandad y a sus hermanos.
Para cerrar este artículo de OPINION estimados lectores, vuelvo a una frase ojeada en el facebook de nuestro hermano "habla siempre de lo que estés seguro, de las mentiras ya se encargarán tus enemigos"
Manuel Orozco Estrada