Todo tiene un principio y un final prometido. El camino, a
veces, avanza lento en mitad de noches frías y lánguidas; a veces, rápido
cuando los acontecimientos precipitan el último capítulo de la Pasión.
Durante una semana la ciudad ha sido más parecida a sí
misma. Imágenes, cortejos y devociones antiguas y emergentes han surcado sus arterias
vivas para dar cuenta de lo que fue, lo que es y lo que puede ser. La primavera
ha nacido bajo nuestros pies y, justo cuando alcanza su plenitud, parece querer
abandonarnos. Sin embargo, seguirá ahí aunque nos empeñemos en recordarla con
nostalgia, antes de que el tiempo se beba a trago corto su recuerdo. Los ecos
de su redoble permanecerán en el horizonte. La vida que ha brotado fortalecerá
cada mañana su intención. Sobre las páginas se escribirá un capítulo más. 2014
aparecerá en las etiquetas de cada hermandad para ser recordada en las redes
que guardan mejor que nosotros nuestra propia memoria.
Y, así, cuando los días que arriban a esta orilla del
Guadalquivir nos alcanzan estamos aún a Domingo y su palabra, su buena nueva se
proclama como un viento imparable que va más allá de Judea. Por las esquinas y
avenidas su anuncio llega al mundo en forma de cofradía de verdad conseguida.
Solo una palabra: Resucitó.
Blas Jesús Muñoz