No hubo dudas a la hora de echarse a la calle. Un ligero
riesgo de precipitaciones del 30% hasta las tres de la tarde no fue obstáculo
para que las cofradías más tempraneras del día se echaran a la calle y Sevilla
pudiera disfrutar en plenitud de un gozoso Sábado Santo, a veces ventoso y
nublado, con sabor a despedida.
Desde 2010 el telón del Sábado Santo se descorre en el
barrio del Plantinar. Los dos pasos del Sol se levantan aún en el interior de
la capilla anexa a la parroquia de San Diego de Alcalá en honor de los donantes
de órganos y por todas aquellas personas que esperan un trasplante. Álvaro y
Verónica, dos jóvenes trasplantados, tocan el martillo. Llama la atención que
la singular Cruz de Guía de la sierpe enroscada, titular de la corporación, sea
portada por un acólito y no por un nazareno. Al igual que en la primera estación
de penitencia de los cofrades del Sol, el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio
Zoido, preside el palquillo de la Campana a la llegada de estos nazarenos de
verde ruán a la Carrera Oficial. A la hora de solicitar la venia, el diputado
mayor de gobierno de la cofradía, enterado del cólico nefrítico que sufrió
durante la Madrugá el presidente del Consejo, Carlos Bourrellier, le desea un
pronto restablecimiento y “que la piedra del riñón la eches”. Camaradería bajo
el antifaz.
Los músicos del Sol no lucen hoy sus plumas tras el paso del Cristo Varón de Dolores. Poco a poco la cofradía del Plantinar va madurando y homegeneizando su discutida estética. Lo único pintado ya que asoma en el paso de la Sacra Conversación son los dos cirios de su escasa candelería que lucen el lema “Dar para recibir”. Sorprende, por su sabor antiguo, el ritmo algo acelerado con el que la banda de música del Sol interpreta Soleá dame la mano en la Campana. El capataz tiene un lapsus linguae en el palquillo e invita a sus costaleros a disfrutar del esperado momento con una no muy acertada expresión: “Vamos a divertirnos”. A la entrada de la cofradía, como en la grabación del último disco de la banda del Sol, la formación interpretó Margot mientras la cantante Joana Jimenéz interpretaba la saetilla de esta composición.
Los músicos del Sol no lucen hoy sus plumas tras el paso del Cristo Varón de Dolores. Poco a poco la cofradía del Plantinar va madurando y homegeneizando su discutida estética. Lo único pintado ya que asoma en el paso de la Sacra Conversación son los dos cirios de su escasa candelería que lucen el lema “Dar para recibir”. Sorprende, por su sabor antiguo, el ritmo algo acelerado con el que la banda de música del Sol interpreta Soleá dame la mano en la Campana. El capataz tiene un lapsus linguae en el palquillo e invita a sus costaleros a disfrutar del esperado momento con una no muy acertada expresión: “Vamos a divertirnos”. A la entrada de la cofradía, como en la grabación del último disco de la banda del Sol, la formación interpretó Margot mientras la cantante Joana Jimenéz interpretaba la saetilla de esta composición.
La cofradía servita es la perfecta alegoría de esa atmósfera
de nostalgia que invade a la ciudad el Sábado Santo. Música de capilla ante su
Cruz de Guía, nazarenos de cola al brazo y antifaz cortado al verduguillo,
tambores destemplados tras sus pasos, enlutados servidores de librea de gesto
adusto. Adornado por un tupido friso de rosas rojas y con flores moradas y
lilas sobre la peana, el misterio servita alcanza la puerta del convento de
Santa Ángela de la Cruz a los sones de Amarguras, en un bucle melancólico que
hace volar la mente a un ya lejano Domingo de Ramos. Además de capa pluvial, el
preste que cierra el cortejo litúrgico de albas blancas tras el palio de la
Virgen de la Soledad toca su cabeza con un bonete. El extraordinario palio de
cajón servita discurre por La Campana a los sones de una marcha singular,
Cristo del Buen Fin.
Velando por su cuerpo de nazarenos, la Trinidad es otra de
esas cofradías que se ha propuesto este año anticipar su horario de entrada. El
significado de la alegoría del primero de los pasos de la cofradía de la Ronda,
el del Sagrado Decreto, sigue siendo un profundo misterio para muchos
sevillanos, por más que la hermandad remodelara y actualizara hace unos años su
composición. No estaría de más que la corporación trinitaria intentara una
mayor labor de pedagogía para explicar la significación de una composición que
ayer nuevamente volvió a moverse al compás de una coreografía costaleril más
propia de los pasos de Triana. El segundo misterio de la cofradía, el de las
Cinco Llagas, se levanta a pulso en el palquillo y, sin moverse lo más mínimo,
su cuadrilla escucha a pie quieto el Toque de Oración que interpreta la banda
de las Tres Caídas en recuerdo de Carmen, la mujer de el López, capataz de este
misterio. Convenció la nueva disposición del pasaje de las Cinco Llagas, un
reajuste que imprime un sabor más clásico y añejo a este misterio. Otro año
más, la Virgen de la Esperanza Trinidad fue recibida a su llegada a la Carrera
Oficial con una intensa lluvia de pétalos desde las azoteas del edificio del
Ocaso.
Y tras el último aliento de barrio, el bellísimo cívico-religioso
(y entretenido) cortejo del Santo Entierro. El viento hace ondear con fuerza la
bandera negra que precede al paso alegórico de la Santa Cruz, tras el que
discurren las numerosas representaciones de las hermandades de penitencia de
Sevilla. Destacamos las ausencias: Padre Pío, Pasión y Muerte, Cristo de la
Corona y Torreblanca, entre las vísperas; El Amor y San Roque, del Domingo;
Santa Marta, Vera-Cruz, Las Penas y El Museo, del Lunes; Los Estudiantes y Los
Javieres, del Martes; El Carmen y Cristo de Burgos, del Miércoles; Quinta
Angustia y Pasión, del Jueves; las tres de negro de la Madrugá, Silencio, Gran
Poder y Calvario; y la Soledad de San Buenaventura, La O y la Mortaja, del
Viernes Santo. Las más nutridas fueron las representaciones de San Gonzalo y La
Sed, ambas con 15 nazarenos. El paso del Cristo Yacente vuelve a lucir claveles
rojos. La Unidad de Música de la Fuerza Terrestre interpreta Mater Mea mientras
el paso del Duelo transcurre por el pasillo central de la Campana.
Un soplo de inevitable melancolía recorre la Carrera Oficial
cuando por la plaza el Duque asoma, a paso lento, cola al brazo, el fiscal de
Cruz de la Soledad, un cortejo trufado por la alegría de muchos niños
nazarenos. Es el principio del fin. Sorprendentemente bella se presenta la
Virgen de la Soledad, ataviada con un tocado de tul. Ni siquiera la maestría de
los Ariza en el arte de encender los pasos puede evitar que la candelería de la
Soledad luzca sin una sola de sus velas encendidas. La Virgen soleana cruza la
Campana entre saetas. El paso de las azucenas se pierde inevitablemente por
Sierpes.
Ya queda menos de un año para que los nazarenos blancos del
Porvenir anuncien una nueva Semana Santa. El Domingo de Ramos de 2015 será el
29 de marzo.
El detalle. Fue una de las novedades más reseñables de la
jornada: la nueva configuración del misterio de la Cinco Llagas de La Trinidad,
ideada por el imaginero Fernando Aguado con idea de abrir la composición y
ocupar el espacio vacío que había quedado en la trasera del paso con el estreno
de las nuevas andas. El Crucificado retranqueó su posición unos 45 centímetros
y la imagen de María Magdalena, en diálogo con San Juan, pasó a integrarse
junto al resto de las Marías en la tarea de sujetar la sábana del
Descendimiento. La Virgen de la Concepción, al pie de la cruz, vestía ayer
además de corte más antiguo, luciendo una diadema de la Virgen de las Angustias
de Los Gitanos, de menores dimensiones que la suya. El resultado, un conjunto
más armónico y con mucha mejor visibilidad desde todos los ángulos.
Ocho Campanas para Tres Caídas
La banda de las Tres Caídas logró ayer un nuevo hito en su
trayectoria: ser la primera formación musical en pasar ocho veces por Campana
una Semana Santa. Pleno de jornadas (a excepción del Jueves Santo) y el Lunes
en dos cofradías: el Polígono y las Aguas.