No pudo
ser. La amenaza de lluvia que ayer se cernía desde las primeras horas de la
jornada evitó que Nuestro Señor Resucitado y María Santísima Reina de Nuestra
Alegría pusieran el tradicional fin a nuestra Semana Santa. La Hermandad
solicitó media hora de cortesía antes de renunciar a poner sus pasos en la
calle por este año. A las 10.30 horas la decisión estaba adoptada: se suspendía
la salida procesional. Y sí, es verdad: finalmente no llovió hasta las 14.45 horas.
Ya se sabe: a toro pasado… Pero la congregación de Santa Marina obró bien,
cumpliendo con la máxima que establece que, ante la duda, es mejor no salir.
Nada que reprochar a su Junta de Gobierno, que actuó con la madurez que a toda
Cofradía que se precie se le debería exigir. Lo primero es la conservación del
patrimonio humano y material.
La
talla de Juan Manuel Miñarro presentaba su paso adornado con flores blancas como
viene siendo habitual en los últimos años. Prendido del brazo de Nuestro Señor,
tal y como se pudo contemplar en el pasado Vía Crucis Magno, el sudario con que
se envolvió su cuerpo el Viernes Santo. La Virgen de la Alegría, en su palio de
malla, despedía con su expresión de júbilo a todos aquellos que tuvieron a bien
visitarla en su templo. Una joven hermana de la Cofradía, con su medalla con
cordón azul y blanco en el cuello y una
lágrima corriendo por su mejilla izquierda, se despide de Ella diciendo: “Hasta el año que viene si Tú quieres, Madre
mía”. Así sea.
Marcos Fernán Caballero
Recordatorio Candelabro de cola: Se acabó, punto... y seguido