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domingo, 20 de abril de 2014

De los 600 euros al simple 'regalito'


Igual que otros aspectos de la sociedad, la saeta también padece estos días las consecuencias de la crisis.  En los últimos años hemos comprobado un descenso significativo en cuanto al número de ellas durante la festividad de la Semana Santa, descenso motivado en parte por la falta de presupuesto con el que las hermandades afrontan estos días, y por qué no decirlo, la falta de devoción de las nuevas generaciones de artistas.

La crisis ha eliminado también a aquellos ‘mecenas’ que pagaban suculentas cantidades por tener en su balcón a algún cantaor de relumbrón, una imagen que con el paso de los años ha pasado a mejor vida. Contaba Canalejas de Jerez, Saetero Mayor de la Semana Santa por la Cátedra, en una entrevista hace unos años que por aquel entonces  “Nos juntábamos seis o siete en un balcón. El primero lo tenía fácil. Le paraban el paso a lo justo. El segundo, con suerte, conseguía acabar antes de que lo levantaran, pero los demás lo tenían difícil. Yo he terminado una saeta cuando el paso iba por Los Cisnes, y la comencé en el Casino. Había varios que, para justificarse, le cantaban a la siguiente imagen. Lo peor es que encima no cobrabas. Y muchas veces tenías que dar cuarenta vueltas en las bodegas para poder ver el dinero”.

Lo cierto es que a día de hoy cantaores que durante estas fechas acumulaban importantes cantidades de dinero que les servían para subsistir en los meses venideros apenas pueden conformarse con “regalitos”, como ellos mismos definen, para tirar adelante.

Ni tan siquiera los concursos permiten hoy día a los cantaores de Jerez aumentar sus ingresos, primero porque los premios a repartir han disminuido bastante, y en segundo lugar porque los saeteros jerezanos apenas participan en este tipo de convocatorias. Tan sólo hace falta echar una ojeada a los concursos más cercanos, ya sea Málaga, Huelva, Rota, Arcos, La Puebla, Gines, Osuna o San Fernando, por poner algunos ejemplos, donde su presencia es nula o casi nula.

Del mismo modo, iniciativas como la del Concurso de Saetas en la calle que incentivara la Peña Los Cernícalos tampoco han podido sobrevivir a la crisis y han lastrado en parte una tradición con muchos años de historia. 

“Hoy en día, pagarte no te paga nadie una saeta, te dan un regalito, pero pagarte no te la pagan”, admite Macarena de Jerez. 

La cantaora admite que años atrás “me han llegado a pagar 75.000 pesetas por dos saetas, he llegado incluso a cobrar 100.000 pesetas, pero eso ahora no se ve ni de lejos”.

Hoy en día la media de pago, donde se incluye el citado ‘regalito’ ronda los 150 euros, aunque los más privilegiados pueden llegar a 200 ó 250 euros. No obstante, y por circunstancias, también los hay, como pasa en las actuaciones en algunos tabancos, que dejan la cifra en 50 euros. “Nadie sabe la necesidad de cada uno”, admite uno de ellos.

Los menos cantan por devoción o por tradición, como ocurre cada Viernes Santo en San Telmo con la familia de los ‘Salmonete’ o como ocurre cada Martes Santo en San Mateo con Macarena de Jerez. “Canto por devoción y llevo casi toda la vida”, reconoce.

En lo que llevamos de semana voces como las de Joaquín El Zambo, Juan de la Bárbara, Luis de Pacote, Carmen Grilo, Eva Rubichi, El Morito o Sara Salado han sonado ya por las calles jerezanas.

Es el cantar del pueblo, que cada vez respeta menos por cierto, un cantar que en los últimos tiempos ha perdido jondura. Atrás quedaron aquellos primeros rayos de sol que iluminaban el Canalejas cuando la Buena Muerte enfilaba Santiago y donde los Curro de la Morena, El Mono y un largo etcétera se enzarzaban en un pulso saetero difícilmente repetible. 





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