A las seis y veinte de la tarde de ayer, con un espléndido
clima haciendo bueno aquello de los tres jueves del año que relucen más que el
sol, la Pasión de extramuros traspasaba el umbral del Cádiz moderno al Cádiz
antiguo. A esa hora cruzaba las Puertas de Tierra el paso de misterio de la
Oración en el Huerto a los sones de Himno de San Antonio. Los cofrades beduinos
venían acompañados desde San Severiano por muchos vecinos para hacer la
estación de penitencia en la Catedral. De nuevo, una paradójica estampa: el
anacronismo de una cofradía en la calle rodeada de semáforos y coches. Poco
faltaba para que la hermandad se introdujera en las calles de la Trimilenaria.
Poco antes, el paso con el Señor había salido de su capilla
dedicándole la cuadrilla la primera levantá a un compañero ausente, ‘El Chepa’.
Detrás, la impresionante interpretación de la banda de Los Polillas, todo un
lujo para nuestra Semana Mayor. Un quejío al cielo sucedió a Resucitó en los
primeros andares del misterio por San Severiano, estrenándose en las órdenes de
este paso Paco Álvarez.
La Virgen de Gracia y Esperanza también inició su camino al
centro con dos selectas marchas: Coronación de la Macarena y Campanilleros, que
interpretó la banda de música Ciudad de La Línea. Había comenzado el Jueves
Santo gaditano, plácido y luminoso como en pocas ocasiones, incluso con más
calor que jornadas precedentes, y en este caso con el curioso acompañamiento
del canto de los pájaros de los árboles del Instituto Hidrográfico.
Y a la hora que se adentraba en el Cádiz histórico la
cofradía de San Severiano, se disponía a salir por San Lorenzo una de las
cofradías con más historia en sus espalda. En la espalda del Nazareno de los
Afligidos, ese portentoso misterio que evoca a la ciudad más clásica y
señorial. Un interior del templo lleno de hermanos con túnicas moradas
preparados para salir, que rezaban el rosario. Apellidos de la ciudad. Siglos
de historia. Y niños, muchos niños en la puerta vestidos de paveros, que
auguran un largo futuro.
Cuatro bocinas y la Cruz alzada, en lugar de la
representativa Cruz de Guía, marcaba el camino del cortejo Sagasta arriba. Un
cortejo que iba avanzando con numerosos detalles que ha ido incorporando en los
últimos años –cirio y espada alusivos al dogma de la Inmaculada, la bula papal,
una bandera de Desconsuelos o los elementos de la Pasión, entre otros– mientras
en San Lorenzo se quedaba el paso de misterio de Descendimiento, perfectamente
dispuesto para la Madrugada, el palio de Servitas en su capilla para su salida
de hoy y los titulares de Las Penas en sus retablos, repletos de ramos de
flores que simbolizan el apoyo y el recuerdo de muchas personas e instituciones
a la gran ausencia en la calle de esta Semana Santa.
Tras superar la complicada maniobra de salida –que siguió en
la calle girando el paso a brazos hasta enfilar la subida de Sagasta– la
cuadrilla de José Julio Reyeros inició su complicada labor, acompañado de la
marcha Afligidos de Juan José Puntas.
Era esta una de las novedades más destacadas de la Semana
Santa de 2014 y, más en concreto, de las que presentaba este Jueves Santo que
lució soleado. Después de un año sin acompañamiento musical, Afligidos volvía a
procesionar con marchas procesionales, manteniendo el estilo de banda de música
que en los últimos años ha decidido la hermandad (en lugar de agrupación
musical que llevó anteriormente).
La tarde iba avanzando y el camino cofrade del Jueves Santo
llegaba a Santa María. A la luz del día el rostro del Nazareno es aún más
humano y más divino. Humano por sus facciones dolientes, porque en su cruz
lleva todo el sufrimiento de su barrio de Santa María, ese al que le hierve la
sangre y se le eriza el vello con sólo ver su silueta asomando por la puerta; y
divino no sólo por la perfección de la mano que lo talló, sino porque todo en
él emana mística y fervor, su pelo, su cintura doblada por el peso del madero
que le condena y hasta sus pies levantados, siguiéndose uno a otro hacia ese
destino que le condena y que nos salva. El Señor de Cádiz tiene algo especial.
Es indudable. En el ordenado desorden que se vive en Santa María en los
momentos previos a su salida se percibe. El Regidor Perpetuo de la ciudad
consigue reunir a la clase política, con la alcaldesa al frente de la
corporación municipal; al presidente de la Audiencia, Manuel Estrella; el
pregonero de la Semana Santa 2014, Juan Carlos Pérez Godoy; o al decano del
colegio de Abogados de Cádiz, José Manuel Jareño. Salvo Estrella, los demás
procesionaron delante del Nazareno, acompañados por representantes de varias
asociaciones de vecinos y colegios oficiales de la provincia.
El cortejo se inició con puntualidad isabelina ante una
multitud de vecinos, muchos de los cuales habían colocado sillas para ver pasar
al Señor desde primeras horas de la mañana.
El director espiritual de la cofradía, el padre Balbino, fue
el encargado de dirigir la oración previa a la salida procesional. Antes, el hermano
mayor, Santiago Posadas, ofreció unas sentidas palabras a los hermanos reunidos
junto a sus titulares.
Guadalupe Plaza Oliveros, viuda del que fuera hermano mayor
de la hermandad, Francisco Manrique, fue la encargada de realizar la primera
levantá dentro de la iglesia de Santa María, en uno de los muchos momentos
emotivos que arrojó la tarde. Lo hizo rodeada de los suyos, de sus hijos y
nietos, muchos de los cuales procesionaban en una de las secciones del Cristo.
No es usual ver salir al Nazareno con el sol aún brillando
en el horizonte caletero, pero ayer ayudó a contemplarlo en todo su esplendor.
Y tras una maniobra llevada a la perfección por la cuadrilla
a las órdenes de Luis Peñalver, el Nazareno de Santa María atravesó el dintel
de la puerta de su iglesia para reencontrarse con su barrio. Con esa majestad
que le caracteriza, y entre aplausos de emoción, inició meciéndose la bajada
por su barrio mientras sonaban los acordes de La Madrugá.
Y tras él, las secciones de la Virgen de los Dolores. El
capataz Antonio Ramírez y sus ayudantes tuvieron que hilar muy fino, como
siempre, para salir de la iglesia por una puerta que apenas si les deja un par
de centímetros libres. No hay margen para el error, ni más necesitan ellos,
como exhibieron en la maniobra su gran habilidad. La Virgen comenzó su
recorrido mientras los espléndidos sones de la marcha Rosa de mis Dolores
invadía todos los rincones del barrio.
Y así, madre e hijo, bajaron casi juntos, una atenta al
calvario del otro, hasta San Juan de Dios, donde un gentío los esperaba como
siempre. Y como siempre allí se sumó una penitencia devota y sentida que aún
hace más impresionante el rostro del Nazareno, una figura imprescindible en
nuestra Semana Santa.
Ya con la noche totalmente cerrada, Medinaceli inició su
estación de penitencia. Un año más, la cofradía estrenaba hora de salida. De la
madrugada pasó a la tarde del Jueves, luego al filo de la medianoche y ayer
tocaban las diez y cuarto en los relojes cuando la corporación de Santa Cruz se
ponía en marcha. Primero José Luis Pájaro al mando del paso del Cautivo, y
posteriormente Manuel Ruiz Gené con el palio, la cofradía se adentró en el
barrio de El Pópulo camino de la calle Pelota.
Una larguísima penitencia, la segunda de la noche,
acompañaba a Jesús de Medinaceli, que volvía a lucir túnica lisa y cuyo exorno
floral de claveles rojos se completaba con un friso de lirios morados.
En apenas veinte minutos se plantó esta cofradía en la
calle, mostrando el palio lo más destacado de la noche: la Virgen de la
Trinidad acompañada de la imagen de San Juan Evangelista. Un conjunto que
encajó a la perfección y que fue el mejor remate posible a una jornada de
Jueves Santo que se vivió con intensidad y mucho público en la calle, tanto en
extramuros como en la ciudad más histórica. Así se sirvió además la mejor
antesala a una Madrugada que se venía resistiendo (al menos en la normalidad)
en los últimos años.