Un día histórico. Ese es el titular que mejor puede resumir
las sensaciones y los sentimientos de miles de pontaneses y visitantes -unos
22.000, según la Policía Local- que en la tarde de ayer disfrutaron del Santo
Entierro Magno, un cortejo procesional de carácter extraordinario organizado
con motivo de la celebración del 50 aniversario de la Agrupación de Cofradías,
Hermandades y Corporaciones Bíblicas. Las cofradías participantes, entre las
que se encuentran algunas de las de más solera de la localidad, hicieron un
extraordinario esfuerzo para trasladar en vía crucis y volver a sacar a la
calle a sus titulares, apenas unas horas después de haber completado sus
respectivas estaciones de penitencia.
Desde por la mañana, el entorno de la parroquia de San José
fue un auténtico hervidero de gente, que no se quiso perder la llegada de los
pasos procedentes de otros templos y sedes, portados por los hermanos y
hermanas de las diversas cofradías. De todos ellos, el traslado más
significativo fue sin lugar a dudas el de Nuestro Padre Jesús Nazareno, patrón
de Puente Genil, que tras más de 12 horas en la calle el Viernes Santo realizó
su vía crucis acompañado en todo momento por numerosos fieles y devotos. La presencia
del patrón despertó una enorme expectación, especialmente entre los vecinos de
la Cruz del Estudiante y la conocida Fuente de los Números, que contemplaron
con inusitada emoción el histórico primer paso de El Terrible por su barrio.
Ya por la tarde, con una temperatura muy agradable y bajo un
cielo con nubes y claros que esporádicamente ofrecía algunos rayos de sol,
abrió el cortejo la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de los Afligidos,
que precedió a la Cruz de Pedro de Mena y Gutiérrez (1764) llevada por las
hermanas bastoneras de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración de la
aldea de El Palomar. El símbolo por excelencia de la fe, que representaba a la
Purísima Concepción, patrona de la villa, procesionó erigido sobre una peana custodiada
por dos ángeles pasionistas de la Cofradía de la Santa Cruz en el templete de
traslados de la Virgen. A continuación inició su recorrido el paso de la
Borriquita a hombros de sus hermanos bastoneros, un hecho inédito éste en la
Semana Santa de Puente Genil. Posteriormente, el turno fue para la Sagrada Cena
de Jesús, imagen que representa a Cristo de pie portando el cáliz e
instituyendo la Eucaristía, en compañía del apostolado que, sentado a la mesa,
contempla al Señor en adoración y expresando distintas actitudes.
Dos cofradías que habitualmente realizan sus desfiles
procesionales el Miércoles Santo -la de Nuestro Señor del Lavatorio y la de
Nuestro Padre en la Oración en el Huerto- fueron las siguientes en salir a la
calle. Ambas precedieron al paso de Nuestro Padre Jesús Preso, conocido
popularmente como el Señor del Aceite, ya que en los orígenes de la Cofradía,
allá por 1976, agrupó a numerosos hermanos labradores y olivareros. La imagen
de Cristo, maniatado y con la vista humillada, conducido por un sayón judío en
actitud agresiva y un soldado romano, representa perfectamente de manera
simbólica los dos poderes que lo condenaron.
El paso de Nuestro Padre Jesús Amarrado a la Columna, una de
las tallas más antiguas de la Semana Santa de Puente Genil, dio paso a quizás
los momentos más emocionantes de la tarde, con la presencia en las calles de
Nuestro Padre Jesús de los Afligidos, cariñosamente denominado como el Señor de
la Caña, que a día de hoy es uno de los que cuenta con más devoción por parte
de los jóvenes de la localidad. Tras él, apareció la siempre imponente silueta
de Nuestro Padre Jesús Nazareno, patrón de Puente Genil, y todo un símbolo para
los pontanenses. El Terrible arrancó numerosos "vivas" a lo largo de
todo el recorrido, siendo especialmente respetuoso su paso ante el palco de
autoridades, donde todos los presentes -entre los que se encontraban el
alcalde, Esteban Morales (PSOE); el subdelegado del Gobierno, Juan José Primo
Jurado; representantes del Gobierno autonómico, de la Diputación, de la
Diócesis de Córdoba, y miembros de la Corporación municipal- mostraron un
silencio sepulcral.
Si especiales fueron los momentos que se vivieron con la
llegada de Jesús Nazareno, no lo fueron menos los experimentados con el Cristo
de las Penas, la cofradía más joven de cuantas procesionan en Puente Genil,
fundada en 1992. Nunca hasta ayer había realizado un recorrido procesional a
plena luz del día, ya que habitualmente suele desfilar en la madrugada del
Sábado al Domingo de Ramos.
Tras ésta, el turno le correspondió a la Cofradía de Nuestro
Padre Jesús de la Humildad y Paciencia, una de las referencias de la Semana
Santa pontanesa, que este año ha estrenado el frontal del paso y que también
despertó el cariño y la simpatía de los presentes. La estampa del Humilde -que
representa a un Cristo meditabundo y abandonado en el momento inmediato a su
crucifixión, apoyando la mano en su mejilla con sobrecogedora mirada- fue una
de las imágenes de la tarde, y precedió al Santísimo Cristo del Calvario, el
crucificado más antiguo de la Semana Santa de Puente Genil, que aparece junto a
Dimas y Gestas. La Cofradía estrenó para la ocasión una corona de espinas y
ráfaga del siglo XVI-XVII en el Cristo, así como el sudario.
Por último, para cerrar el desfile y como era preceptivo,
realizó su desfile procesional la Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora
de las Lágrimas. El paso del Cristo yacente en el interior de una urna destaca
por estar realizado en madera sobredorada, rematado en sus cuatro esquinas por
cuatro ángeles; en la parte superior aparece de la tapa un pelícano
autosangrándose. La imagen es una de las más antiguas de la Semana Santa
pontanesa, no en vano data de mediados del siglo XVII y ha sido restaurada en
diversas ocasiones. Destaca por su sobriedad, dramatismo, silencio, fervor y
religiosidad, adjetivos que por sí mismos imponen un gran respeto para todos
los que contemplan procesión. La Virgen de las Lágrimas, por último, representa
a una dolorosa al pie de una cruz de la que cuelga un cendal blanco; del paso,
destaca su candelería.
Fue, en definitiva, una jornada histórica, probablemente
irrepetible, y ausente de incidencias de consideración, en la que volvió a
ponerse de manifiesto que la Semana Santa de Puente Genil mantiene una idiosincrasia
llena de matices, una diversidad que aúna fervor, emoción y religiosidad con
sello propio que, desde luego, la convierten en una de las más importantes de
España.