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lunes, 19 de mayo de 2014

Joaquín Caro Romero: "Es un pregón sensual, de canto de amor a la Macarena"



Hoy dará el pregón de su vida, el de los cincuenta años de la coronación de la Macarena. Una exaltación que Joaquín Caro Romero siente casi «como una despedida, como un testamento». Soñó con dar el pregón de la Esperanza hace 25 años, en las bodas de plata, pero ahora incluso se alegra. No estaba «tan maduro» y siente que ganan tanto él como el pregón tras esta espera, en la que se han sedimentado las vivencias de su vida cofradiera, familiar e íntima, que estarán muy presentes en esos folios en los que se ha «desnudado con el pudor del desnudo».

Desde el 26 de febrero de este año, fecha en la que conoció la anhelada designación, Caro Romero se volcó en cuerpo y alma en prosas y versos de un texto que ya, empujado e ilusionado por propios y ajenos, había empezado en noviembre y abandonado después. Retomarlo, utilizar incluso parte de aquel material, fue el comienzo de este pregón en el que utiliza metros poéticos que no ha usado en su vida, relacionados con el cante jondo, además de muchos octosílabos y endecásilabos, en mezcla clásica de verso con prosa, que, recitará -algo que «no se aprende, que es innato»- a lo largo de una hora y veinte minutos de pregón, que -afirma- «es ameno, entretenido, en el que he querido cuidar la riqueza de vocabulario, el poderío de la palabra». Y un ejemplo de cómo ha mimado el texto son las nueve horas y media que pasó escribiendo uno de los poemas de once minutos de duración.

Reconoce el poeta que, gracias a Inmaculada Rodríguez Guzmán, su esposa, que hace cincuenta años fue madrina de la coronación por delegación de las Hermanas de la Cruz, «el pregón se ha ido rematando, eliminando cosas que sobraban. Salió muy largo -dice- y he prescindido de cuestiones políticamente incorrectas, aunque hay otras que están implícitas porque forman parte de la historia de la propia Hermandad».

«Vivo para contarlo»

Lo más importante no es el tiempo que ha echado en el texto, que seguirá retocando, cuidando, estudiando palabra por palabra hasta el mismo momento de tomar el atril del Lope de Vega, sino «el canto de amor a la Esperanza Macarena» que es el pregón, con el hilo conductor de la coronación y las vivencias en torno a ella, porque  -dice- «yo soy de los pocos que viven para contarlo. No me lo han contando, lo viví, estuve allí aquel mayo de 1964».

«Ten cuidado, te puede traicionar el corazón», han llegado a decirle al poeta, sabiendo de la implicación con el pregón de su vida. Y sí, reconoce, «es de una enorme emotividad, pero no es blando ni sensiblero. No toco los temas sociales pero los religiosos están muy implícitos, incluido el Papa Francisco». Pero, aunque es «eminentemente religioso», Caro Romero pone por delante que es «poeta, no cura» y «no voy a convertir». Tampoco es una conferencia, aunque no habrá «aspavientos» ni poses en «plan folclórico».

El poeta revela que en este pregón, por supuesto, «hay alusiones a Sevilla, a la juventud, al mundo social de la Hermandad, a situaciones, personajes macarenos, la mayoría desaparecidos; a personas y profesiones, a las Hermanas de la Cruz, que tienen gran protagonismo», y se cuentan «cosas novedosas, distintas, no fuegos artificiales, y, aunque hay compromiso no es hiriente ni molesto para nadie». También tendrá pinceladas de «verdades inamovibles sobre la situación del mundo cofrade, con muchas referencias a las etapas históricas de la Hermandad».

Afirma Caro Romero que «sí se le pueden decir cosas nuevas a la Virgen, incluso atrevidas, como a una madre o a un amor». Y de ahí que revele que su pregón «es sensual, al estilo del soneto de Miguel Hernández a la Inmaculada, modelo de palabra corporal» y que «se fusionan cosas muy personales, porque la Virgen se identifica en mi corazón con una mujer». Añade que «el pregón va a gustar mucho a las mujeres, porque hay gran presencia femenina».

Hoy, a las ocho y media de la tarde, en el teatro Lope de Vega, el hombre que siente que durante toda su vida laboral y personal ha tenido al lado un ángel de la guarda; el poeta que en su juventud se vio en las manos con el Premio Adonais, cuyos versos para la Virgen recita toda Sevilla; el macareno que se emociona sólo de pensar lo que va a decir desde el corazón y la pluma a la Esperanza, irá con la seguridad de no equivocarse, de no defraudar, de llevar a Sevilla su amor a la Macarena con el don de la palabra y el sentimiento.








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