Suspira el querubín por los meses que vendrán, los amigos que ya no estarán y los allegados que se tendrán que pronunciar, al son, al tambor, sobre los pies o de costero a costero que te puede dejar dentro, fuera o en medio de ninguna parte.
Suspiros alados por aquellos que mirarán desde la atalaya de su paquillo y verán la rivalidad como una partida de ajedrez que se juega vestido de termo negro, pero también en las noches de invierno tan frías y con listas de costaleros duplicadas.
Suspira el Ángel porque el divorcio incluye llamadores y niños que enseñan pecho ganados en su arrogancia. Uno con más entradas que pelo largo ya se ha ido con mami, mientras otros quieren hacerle el vacío a papi. El querubín seguirá suspirando.
Joaquín de Sierra i Fabra
Recordatorio Enfoque: Algunos suspiros que se hicieron realidad